Fernando Ortiz, un candidato dudoso

Por Redacción Pueblo

En eso no está solo, pues hay muchos políticos como él en Colombia. Las denuncias en su contra, radicadas en todas las entidades de control, se encajonan y se congelan, lo que deja en entredicho que realmente se quiera poner freno a la corrupción. 

Enumeramos aquí algunas de sus dudosas actuaciones como alcalde:

Con el contrato de acueductos veredales que ejecutó el último año de su primera administración, la gente se quedó esperando el agua potable y la comunidad tuvo que contratar una abogada que le hizo una acción popular para que por lo menos terminaran las obras, ya  comidas por el rastrojo.

Estas obras mal ejecutadas son la marca de Fernando Ortiz como administrador, pues se saltaba la planeación adecuada. Nadie se hizo responsable de la inmoralidad administrativa que significó el asunto y solo en su segunda administración, cuatro años después, solucionó los problemas que dejó este contrato, no sin pérdidas para el erario público. 

En su publicidad Ortiz se jacta de gestionar grandes obras, pero estas casi siempre dejan también grandes problemas. Y son bastante cuestionables sus métodos de trabajo, como ocurrió con la Plaza de Mercado de Girardota, que fue construida y luego tuvo que ser demolida y vuelta a construir, pues los diseños no eran apropiados. No hablemos de los maltratos a la comunidad.

La primera remodelación al parque principal, con recursos del Plan Colombia, durante su primera administración, fue demolida después por él mismo, para construir el actual parque. Con ayuda del Área Metropolitana, construyó también la Biblioteca Municipal. No toleraba un aguacero sin inundarse. 

En su segunda administración continuaron las irregularidades. La ampliación del Palacio Municipal tampoco se hizo sin polémica, por los sobrecostos generados, lo que le valió otra demanda puesto que no tenían clara el área de la obra  a intervenir, inflando y desinflando la cifra de metros cuadrados.

Hoy muestra en uno de sus volantes de campaña algunas otras obras, como los 19 salones comunales, algunos de los cuales en la actualidad muestran deterioro, pues algunos de los materiales con los que fueron construidos no eran los mejores y la comunidad casi siempre nos hablaba de necesidades más apremiantes.

En uno de sus volantes habla de “asegurar la sostenibilidad fiscal”, pero dejó endeudado al municipio por más de 20 mil millones de pesos, cuando años antes en una entrevista con El Colombiano, aseguraba que lo peor de su antecesor era que había endeudado al municipio en 5 mil millones. 

Infló la burocracia local aumentando los gastos de funcionamiento, práctica que continuó su sucesor, Vladimir Jaramillo. Afectó seriamente la cultura dejándola sin auditorio principal, con la promesa de terminarlo antes de finalizar su segundo mandato. Años después aún no se ha terminado.

Es conocido su modus operandi asistencialista y clientelar, métodos establecidos por su ascendencia política, por sus maestros, políticos como el señor Humberto Saldarriaga, padrino de la Casa Comunitaria, primer grupo político del municipio de Girardota que se tomó el poder, conservadores.

Sin esas tácticas aprendidas de sus mayores, no serían visibles políticos de su talante, que viven de la propaganda. La fundación Portiz se reconoce por repartir comida para los pobres durante los anteriores años, situación que en vez de solucionar la pobreza la agrava. Dar comida, trabajar contra el hambre, no deja de ser un acto de importancia vital. Pero la asistencia a los desafortunados debe ser algo más que una forma de mantenerse en el poder. Un acto de amor desinteresado. 

Sus gestiones en aspectos más necesarios, como la protección del medio ambiente, no le alcanzan para un punto a su favor. Caso concreto, la Termoeléctrica a Carbón de Enka que elevó el material particulado en el municipio además de la temperatura, se montó bajo su mandato, aún después de haber firmado él mismo el Pacto por la Descontaminación Ambiental (2007) que instaba a desestimular el uso de carbón como combustible.

Montó la secretaría de Medio ambiente, pero ha sido insuficiente, pues apenas en la siguiente administración se contrataron estudios necesarios, cuyos resultados aún no conocemos. 

Polarizó los vidrios de su nuevo vehículo, temeroso por su seguridad, pues misteriosamente le robaron el viejo en Bello. En campaña busca aliarse con mototaxistas, pero en el poder, los exprime hasta la médula a punta de multas y controles,  lucrando a la administración de lo que debería ser un problema a resolver.

Vive en un condominio, en una casa que su esposa Berenice Alzate alardeó (en Radio Alternativa) con que valía 5 mil millones de pesos, casa que solo pudo haber pagado de invertir su sueldo de alcalde durante 71 años.

Su última alcaldada fue el puente Jamundí El barro, construido para favorecer a un solo rico de la vereda, que apoyó su campaña, sin que fuera una necesidad de la comunidad, y para colmo, se gastaron la plata antes de terminarlo dejándolo durante más de un año sin plataforma para pasar de un lado a otro, porque no se tramitaron las licencias ambientales exigidas.

Pero la gente podrá votar por quien quiera. Que el voto sea por lo menos informado.