Crimen en Girardota

Ante la reciente ola de violencia que se presenta en Girardota, muchas son las preguntas, y desesperadas las medidas. A diario hay rumor de muerto. La última semana de julio y primera de agosto (2013) se le estalló la bomba a la administración. Una cadena de homicidios.  

Las noticias no son oficiales. Por ningún medio nos damos cuenta si fue verdad o no. Las fuentes son los testimonios de quienes lo presencian, o quienes interceptan el chisme en uno de los teléfonos rotos que circulan por las calles del pueblo.  Reina un halo de zozobra en el municipio.

En la última editorial de “Tu periódico” el alcalde se refirió al tema, aduciendo que era una situación trasladada de las calles de Bello y Medellín a nuestro territorio. Los muertos los está poniendo Girardota. No se puede esquivar de un manotazo la responsabilidad en la génesis de todo lo que está pasando, porque aquí, señor alcalde, se ha incubado el germen de esta violencia con la inequidad, la educación mediocre, y las administraciones parásitas e ineptas, que han gobernado con políticas de burocracia y clientelismo.

Reconoce también el Alcalde que tenemos un problema mayúsculo, ante el cual la seguridad no basta, por lo que se requieren también medidas de tipo social.  Pero, aunque lo reconoce, las más recurrentes son las de “seguridad”. E incluso, para eso planea llenar las calles de cámaras, mientras el número de mototaxistas crece, porque no se encuentra otra opción para  sobrevivir.

Comprará más automotores para la policía, traerá más policías, y ya se dejan ver helicópteros rondando la cúpula de la catedral, y militares en las esquinas, horadando las multitudes temerosas.

Sobre la situación poco se sabe.  Que en El Paraíso hay concentrada una situación social alrededor del microtráfico, (en operativo reciente capturaron varias personas allí: pero no se detuvieron los asesinatos) y que otras estructuras operan en el sector, sirviéndose de menores de edad como “carritos” para sus vueltas, es algo que queda en evidencia luego de echar un vistazo a los jóvenes asesinados.

El panorama nos recuerda situaciones recurrentes en los noventas, y principios de la década del 2.000, cuando los paramilitares acabaron con una generación entera. La policía y las medidas de seguridad han sido y son ahora ineficaces.

Ahora las “autoridades” pretenden que  las motos sin parrillero son parte de la solución al problema. Puros pañitos de agua tibia porque de los crímenes cometidos hasta hoy, dicen, muchos eran gatilleros que iban a pie, y se supo de uno que, efectivamente, fue atacado por un motorizado.

Girardota tiene una economía informal de la cual dependen muchas familias. Bajo la máscara del progreso se encubre una falacia, pues no son muchas las oportunidades a las que los jóvenes pueden acceder, aparte de un salario mínimo bajo una explotación indiscriminada en las fábricas aledañas.

Se criminaliza, pues, a un sector amplio de la sociedad. No se puede razonar como se hacía de forma simplista en la edad media: un motorizado asesinó a otro hombre; los motorizados en Girardota son mototaxistas, en conclusión todos los mototaxistas posiblemente sean asesinos.

Es la lógica de la Girardota medieval.

El 5 de agosto los mototaxistas, indignados por la medida que restringe al parrillero hombre en el área metropolitana, salieron a manifestarse masivamente por las calles de Girardota en contra de su severa aplicación. Al final, no hubo revuelta, ni bloqueos ni concentración en punto alguno. Fueron intimidados por la presencia del ESMAD.

Según nos cuenta un mototaxista, se les permitirá trabajar con parrillero hombre solo de lunes a jueves.