18 jul 2020

Un pueblo sin biblioteca es un pueblo sin alma




Por Carlos Orlas

Un pueblo sin biblioteca es un pueblo sin alma. Y sin memoria histórica, ahora tan pertinente en una sociedad masificada-estupidizada. Ya decía Borges que el paraíso se lo imaginaba como una inmensa biblioteca. Pero acá en Girardota, en manos de un gobierno performance y pantallero, la biblioteca Pública Alberto Aguirre se encuentra cerrada desde el inicio del nuevo gobierno, mientras que en otros municipios los libros siguen circulando con iniciativas alternativas por la Covid-19.                                               
La historia dará cuenta de este gobierno como una mise en escene, un show mediático donde el gobernante se muestra como un Mesías, llevando el paternalismo a grados patéticos en sus Facebook Live. La cultura está en manos de sus agitadores de campaña; las comunicaciones en su coro juvenil de goditos de pueblo; las secretarías en manos de expertos en acomodarse al patrón de turno, y así. El caso es que este gobierno es una campaña permanente y un engaño grosero a la inteligencia: todo se muestra en redes sociales porque lo fundamental se oculta. Y se gobierna para el interés particular de los que ganan con los mega contratos que se vienen.

La Biblioteca Pública Municipal

Como bien lo expone la ley de Bibliotecas públicas 1379 de 2010, estas se constituyen en instituciones de interés social y servicio público. En ellas se materializa la  inversión social del Estado, el acceso a saberes y contenidos de manera libre y gratuita. Nuestra Biblioteca hace parte de la Red Nacional de Bibliotecas y recibe anualmente dotaciones en material y libros para todos nosotros. Pero además es el acervo de documentación, libros infantiles, literatura e información del municipio. Y tiene además los libros de la antigua Biblioteca de Comfama Girardota.

En anteriores períodos, excepto en el último de Ochoa y al final de Vladimir, la biblioteca, que nació como la “Jacinto Benavente” producto de donaciones privadas y públicas, fue un botín burocrático, sin el personal idóneo para la importante labor de fomentar y difundir la lectura, la escritura, la conversación y el conocimiento científico. No se entiende ¿por qué en este período, con un alcalde que dice defender la educación, el espacio de la biblioteca sea un edicificio de oficinas, con los libros quietos pudiendo circular?

La disculpa no puede ser la pandemia ni los recursos, porque tanto desde el Gobierno Nacional como desde la Gobernación se han establecido directrices para la implementación de protocolos de bioseguridad que permitan las condiciones de funcionamiento y préstamo de material, esto lo hace por ejemplo la Biblioteca Pública Piloto y toda la Red de Bibliotecas en la ciudad de Medellín y en municipios cercanos al nuestro. Además existen recursos fijos como el de la Estampilla Pro cultura.

 Dede lo legal

Según la Ley de Biblioteca Públicas 1379 del 2010, es responsabilidad del alcalde y concejales velar por la prestación de los servicios de esta institución:
..se reafirma, entonces, la obligación para alcaldes y concejos municipales (…) de mantener y dotar su biblioteca pública (también se trata de una obligación legal existente desde la Ley General de Cultura en 1997), Pág. 26.

Los recursos para el funcionamiento, dotación y servicios de las Bibliotecas están establecidos por la ley a partir de varios aspectos entre ellos algunos fondos especiales, el IVA a la telefonía móvil celular y el 10% de la Estampilla Pro cultura, que se recauda en nuestro municipio.

Así lo explica la ley, en su pág. 30:

Para los mismos fines que comentamos en el caso del IVA, quedó definido que las entidades territoriales en disposición de la estampilla Procultura que permite gravar entre un 0.5% y 2% algunas actividades a decisión de los respectivos concejos y asambleas con el propósito de destinar su recaudo a la cultura, deben destinar no menos de un 10% de tal recaudo a la dotación, infraestructura, mejoramiento o creación de bibliotecas públicas en la circunscripción territorial en la que dicho gravamen se perciba.
Actualmente no menos del 50% de municipios y departamentos han establecido este gravamen, de manera que allí también hallarán una fuente autónoma de financiaciones de los proyectos relativos a sus respectivas bibliotecas públicas. Dado que existen Redes de Bibliotecas Públicas consolidadas en algunos distritos, si éstos cuentan con fuentes sustitutivas, equivalentes a la suma que correspondería al 10% del recaudo total de la estampilla, pueden a su elección destinar esos recursos anualmente y aplicar lo proveído por la estampilla a otros fines, en todo caso culturales.

Pero como hemos visto hasta el momento, la cultura en este municipio se entiende como el espectáculo estilo reality show, ver Hato Canta. Y del recaudo  de Estampilla pro Cultura por $237.800.175,00 a fecha del 16 de julio de 2020 se han gastado, a la misma fecha, $123.477.683,00 en contratos de prestación de servicios, nada en la Biblioteca.

¿Qué dice el Ministerio de Cultura?

 Una tutora del Ministerio que atendió nuestro cuestionamiento respondió al respecto:
“Para hablar de las cosas que se pierden cuando la Biblioteca Municipal se cierra, pueden relacionar la colección Leer es Mi Cuento, que llega a la zona urbana y rural, a niños y niñas en edad escolar. Se relacionan las becas del Min-Cultura, que van dirigidas a las bibliotecas municipales. Son tres tipos de becas. También pueden relacionar una convocatoria que va a salir en este segundo semestre para una dotación tecnológica” (En próximo artículo reproduciremos esta entrevista completa).

¿Qué pasa entonces con nuestra Biblioteca Pública Municipal?

Este gobierno de turno, naturalmente, prefiere un pueblo bruto, acrítico y borrego. Por eso sus seguidores parecen de un culto religioso: el de los ganadores, exitosos de Amwey pero en la política, el de los que respetan al patrón porque habla duro, desplegando mecanismos de sujeción propios del populismo más ramplón (ver el ejército de más de 15 comunicadores contratados para proyectar la imagen de esta administración, al estilo la Bodega de Fico). Lo triste, en medio de todo, es la biblioteca cerrada para el pueblo,  refugio para esa especie en vía de extinción que es el lector, y para muchas personas que no tienen internet ni buenos libros en sus casas, o que necesitan una buena dosis de poesía en medio de días tan inciertos.

Es clave salirse del embrujo autoritario en que nos quieren meter y alzar la voz para exigir que los libros no se pudran ni duerman en las estanterías de la biblioteca.

Insisto en que la biblioteca cerrada es una radiografía del que nos gobierna: ciego de poder, clientelista hasta el tuétano, científico para modelar el comportamiento de un virus incierto sin atender variables cualitativas ni de sentido social, macartista en su ideología y anti-intelectual con su despliegue de defensores fanáticos como hinchas enceguecidos. Ebrios de poder, quedarán en la historia como el gobierno performático que maneja al pueblo como a un hijo pequeño, vulnerable, que se puede controlar a punta de retórica paternalista, un refrito de Álvaro Uribe en su primer gobierno. Se le recordará también como el del barbarismo de cerrar la biblioteca cuando más la necesitábamos.


8 comments:

Unknown dijo...

A comienzos del año, cuando no había la excusa de la Cuarentena para legitimar todos los autoritarismos, gastos innecesarios, los cierres injustificados y el aumento de la burocracia inoperante que padecemos desde el encierro, el alcalde gritón y monacal decidió traer a la afamada historiadora Diana Uribe. Fue el primer gesto.
Hubiese sido un buen signo de la nueva administración, encabezada por alguien que se hizo elegir reivindicando su anterior puesto como secretario de Educación; lo hubiese sido, si la biblioteca ya funcionara. Y no nos costara más de 22 millones de pesos traer a la buena señora. En Girardota entramos a encierro a mitad de marzo. En esos 2 meses y medio donde pudo hbaerlo hecho, no le importó la biblioteca hizo. Ya estamos terminando Julio, y de tantas bobadas que habla no le he escuchado una referencia sobre este asunto
Antes de pandemia, ni a los mismos trabajadores de la administración anterior (filólogos, licenciados) les daban respuesta clara sobre cuándo abrirían la Alberto Aguirre. Obviamente, para los lectores tampoco había anuncios. Dicen los runrunes que él ya exponía abiertamente sus otras prioridades. Las cuales rápidamente materializó: los primeros días del año ya anunciaba que volvería el reality local, Hato Canta.
Solo en estos dos asuntos se ha metido un montón de luca, mientras -se insiste- la biblioteca continúa cerrada, no se pronuncian, no les importa. De cada uno de estos dos EVENTOS habría que decir mucho, pero en resumen ambos representan la recurrencia de la espectacularización. El SHOW y el Champú en su forma de concebir la cultura. Y lo que aplica para la cultura, es así para tantas otras asuntos: el micro-tráfico, la militarización, la respuesta a denuncias por corrupción, el problema de salud pública, la modernización de los servicios públicos, el ejercicio de la oposición.
Hoy en Medellín varias bibliotecas están operando, prestan libros. Incluso, antes de poder hacerlo con rigurosidad aséptica, programaban conversatorios, invitaban personajes, activaban el contenido y a los lectores o no lectores cibernéticos. Pero como no somos ciudad( así lo quieran muchos)valga ponerse el ejemplo de CARAMANTA, un pueblito de no más de 10.000 habitantes, donde por iniciativas apoyadas por el gobierno de turno, una carreta fue pasando por varias casas, compartiendo películas, libros y revistas, al comienzo de la pandemia.
Como bien lo decía con cinismo ramplón el gritón monacal, vamos a tener mucho tiempo para que lo critiquemos. Apenas está empezando.

Anónimo dijo...

"Yo no soy el alcalde de la cultura, soy el alcalde de la seguridad", dijo Agudelo, intentando imitar al Matarife.

Anónimo dijo...

También hay rumores de que la quiere cerrar y montar algo digital. ¿Qué más se va a esperar de alguien que no lee? Solo calcula cuántos ceros a la ultraderecha agregará ilegalmente a sus cuentas

Anónimo dijo...

POr hallazgos similares a los del curita de la Admón Mcpal. ya han sancionado y condenado a varios alcaldes en Colombia. ¿Será por eso que está hablando pasito?

Anónimo dijo...

Ese alcalde es hijo medio de Gta. Me comentaron que su ppá, ya fallecido, se vino desde Maceo (Nordeste), por allá como que chu_lió un julano. Entonces no es extraña su imitación al Matarife, en todo caso habría que investigar mas

Anónimo dijo...

Si leyeran a Alberto Aguirre no serían tan idiotas, los políticos. El coronavirus es la corona en la mierda. La biblioteca no sería sino otro espacio para contagiarse. Pero los libros pueden enviarse por correo o ser pedidos como cualquier otro producto y el catálogo debería estar publicado. Hace poco quería leer por ejemplo Ana de Castrillón, de Bernardo Jaramillo Sierra, sobre la mujer esclavista que era dueña de los predios donde actualmente se posa Girardota. Se podría pedir el libro al secretario de educación en un derecho de petición y no podría negarse.Solo que creo que no tienen copia del libro. Hace rato que valdría la pena leer un libro que escribió un tipo de apellido Rodas, sobre su ancestro, Gaspar de Rodas, gobernador y genocida "de pelo en pecho" que arrebató estas tierras a los indígenas, bañando de sangre todo el cañón del río Porce hasta Zaragoza. No creo que lo tengan en el catálogo, la biblioteca no podría prestármelo. Es en este predio de esclavistas, asesinos y ladrones, que estamos pidiendo que abran una biblioteca de nombre Alberto Aguirre, feroz crítico del capital y sus burócratas los políticos. Si pidiéramos a la biblioteca un libro sobre Aguirre acaso te encuentren en el de el Metro, un resumen. Podrían entregarte dos de su autoría, no los tienen. Todos estos libros podrían pedirse a la biblioteca Carlos Gaviria, de la U. de A., que fuera amigo de Aguirre. Es hermoso cómo estos nombres de las biblotecas, al tiempo son los nombres de una constelación de autores imprescindibles, que incluso se auxilian después de muertos. En algún lugar de Medellín, otra biblioteca se llama Hector Abad Gómez, otra, León de Greiff, y así... El espíritu de los grandes hombres mora en esto sitios, aunque no estén allí sus libros.

Anónimo dijo...

Si no funciona ni siquiera la biblioteca, este gobierno habría perdido una importante guerra en este siglo, la de las plataformas digitales.

Anónimo dijo...

LO QUE MAS INDIGNA DEL ALCALDE ES QUE CREE QUE TODO EL PUEBLO ES BOBO E INGENUO, QUE INSULTE Y TIRE SATIRAS ES MAS PASABLE, PERO QUE EN FACE LIVE DIGA TANTA MIERDA Y SENTIRSE SEGURO QUE SE LA CREYERON.