Egortiz: el candidato para la familia de Girardota

“Cada vez que escalo soy perseguido por un perro llamado ego”.

Friederich Nietzsche

Por Juan Camilo Betancur E.

Inician las campañas electorales para la alcaldía de Girardota y de golpe nos inundan los comerciales, los pendones, las cuñas radiales, los volantes en los sistemas de transporte. Y esta publicidad es como pararse en un nido de hormigas y la campaña publicitaria que más te pique es la más opcionada para administrar el hormiguero. En esa medida, hay dos campañas muy violentas, la de Fernando Ortiz y la de Diego Agudelo, pero me centraré, por falta de espacio, en la de Ortiz. Sin embargo, el efecto publicitario analizado para Ortiz puede dar algunos puntos interesantes sobre la campaña de Agudelo, ya cada lector hará su análisis.

Ortiz fue alcalde dos veces y es mentor del actual alcalde. No obstante, es cuestionable que un ex-alcalde vuelva a anhelar el poder cuando ya fue alcalde dos veces y tenía el cargo de Secretario General de la Contaduría General de la Nación. Un cargo envidiable para cualquier ex-alcalde. Ante esto quedan muchas preguntas: ¿Qué busca Ortiz sí ya conoce la administración?, ¿piensa acaso que el público electoral girardotano está a merced de sus ambiciones personales?, ¿será que sus administraciones pasadas, tan cuestionadas, no son un cargo de consciencia para su candidatura?, ¿es Ortiz o el ego de Ortiz el candidato?

Lo curioso es que vuelve a buscar el poder, como si representara un cambio, cuando su pupilo, Vladimir Jaramillo, fue un espejo algo empañado de Ortiz. Y trabajé con la administración de Vladimir dos años y lo respeto como ser humano, como buen conversador las veces que conversamos, pero su gestión como alcalde se vio mediada por una cantidad de acciones desafortunadas mediadas por el derroche que lo acercaban cada vez más a su predecesor. Por ejemplo, hoy día, sigue el auditorio sin culminar y se invierte en dos estatuas que nadie necesita, menos los personajes que se intentan homenajear. A esto se le suma la demolición de la Institución Educativa Atanasio Girardot, que estaba en perfecto estado y que luego no se puede reconstruir, entre otras obras de infraestructura.

De ahí la magia de una campaña publicitaria ambiciosa que pretende ocultar los errores y perpetuar el poder. En tal medida, Ortiz y Vladimir son dos exponentes muy representativos del egocentrismo político y trataré de argumentar mejor lo del ego. Tal vez así se pueda entender porque Vladimir le guarda fidelidad a su antecesor (así lo niegue públicamente) y que su antecesor desee seguir administrando las malas acciones que al final afectan es a la comunidad.

Para empezar tengamos en cuenta que el abuso de la mente acaba en el ego. Pues el poder es el único criterio de la mente porque el destino final es el yo. Es decir, la persona pone toda su voluntad en el poder para así poder sentirse centro del mundo. Y aunque duda de todo y de todos nunca pone en duda su ego y su aporte a la comunidad. Por tanto se elige a sí mismo como un camino de renovación, cuando es una pantalla para perpetuarse en el poder, que no es otra cosa que la dominación del otro. Por algo es tan efectiva la campaña publicitaria de Ortiz “Girardota, una sola familia” donde en el fondo él se vende como el padre de la única familia, el padre líder, incluso el padre de Vladimir “Unidos hacemos más” que se la pasó gran parte de la administración desfilando por vallas, volantes, radio y televisión mostrándose como un alcalde joven, cercano al pueblo, pero lo que deseaba era verse a sí mismo, como un Ortiz con otro rostro.

Siguiendo con Ortiz, cuando se propone como el padre de la única familia girardotana quiere ocultar su miedo a que alguien más lo suplante y le demuestre que no es indispensable. Por algo, Ortiz hace tantos regalos y de esta forma busca intencionar los votos de sus hijos necesitados. Cuando la figura del padre, en lo público, está revaluada porque responde más a un fenómeno social y no a una situación natural. Pues, para el resto de especies, excepto para los humanos, la figura del padre solo es útil en la fecundación y contadas veces en el hogar, de resto es un trabajo de la madre. Incluso en los hogares son las mujeres las que mandan y el hombre, muchas veces, como es en este caso, se encarga de la paternidad simbólica en lo administrativo. Por algo, la relación con el padre se establece desde el amor condicionado que se fundamenta en lo intelectual. Es decir, si haces lo que te digo te quiero, de lo contrario no eres mi hijo. De ahí la lealtad de Vladimir con su mentor. Y ambos son lo mismo, un ego bien posicionado en publicidad.

Y sí se analiza de fondo una estrategia publicitaria agresiva posee algo oculto y es miedo. Por algo la insistencia de Ortiz de volver al poder y posicionar la imagen de hombre valiente que esconde su miedo a ser común y silvestre como sus hijos votantes. Por tanto, emplea la estrategia del espejo, que consiste en proyectar lo contrario de lo que se oculta. Por ejemplo, si estás loco tratas de proyectar cordura y un poco de sabiduría; si eres feo te embelleces con menjurjes, con tinturas y ropa fina; si tienes problemas de amor propio proyectas superioridad justo para decirles a los demás “¡no soy inferior!”; si te sientes invisible (puede ser por las fallidas elecciones a la Cámara), y es justamente lo que te hace sentir el ego, entonces te empeñas en demostrar que eres alguien y te autonombras el padre de una familia de más de 50 mil habitantes, das limosna a los más pobres, buscas escolta para protegerte... Por eso la cobardía y la valentía son dos caras de la misma moneda, es decir, son los dos rostros del miedo. Por tanto, un hombre valiente es un cobarde astuto.

Al fin de cuentas, el ego es puro miedo y es como una enfermedad que contagia a los electores para que se pueda vender la seguridad y la valentía como un truco de magia.

Para terminar mi defensa de por qué no voto por Ortiz (tampoco por Agudelo), cierro con esta frase del poeta británico W. H. Auden: “Cada autobiografía se ocupa de dos personajes: un Don Quijote —el ego– y un Sancho Panza —el yo–”. Ya cada cuál mirará por cual Quijote vota. Al menos que sea por uno que no esté tan infectado de vicios políticos, se atreva a plantear estrategias de conservación ambiental y nos trasmita confianza. Y sí no hay confianza, entonces recibamos sus regalos y votemos por quien nos genere confianza. Pues un candidato que te haga sentir tranquilo te puede tocar con su discurso, en cambio un candidato que trata de lavarse las manos con regalos y espectáculos solo puede generar más tensión y después, cuando tenga el poder, te demostrará que es superior: el padre castigador que sabe lo que hace y así prepara el terreno para la lucha, el desfalco y la guerra, que es el escenario propicio para el ego.