Alberto Aguirre & Pepe Sierra: un contraste monumental

Por Mauricio Hoyos

El Municipio de Girardota ha contratado a un escultor para que haga dos monumentos por 198 millones de pesos, uno de Pepe Sierra, el rico, y otro de Alberto Aguirre, el intelectual. Hay algo paradójico en esto. Ambos fueron enormes, considerados los mejores del país en sus respectivos oficios. Pero el uno solo se enriqueció a sí mismo y a sus herederos y el otro nos enriqueció a todos con su inteligencia.

El becerro de oro

Vale la pena recordar lo que narra con maestría Bernardo Jaramillo Sierra acerca de su abuelo, en el libro Pepe Sierra, el método de un campesino millonario (Bedout, Medellín, 1947). Pues no se trata de poner una pátina de duda sobre su cobertura de bronce, sino de valorarlo en su real proporción y en contraste con Alberto Aguirre.

“Digamos claramente de una vez que Pepe Sierra fue muy rico y muy honrado; hasta en eso tuvo talento. Su capacidad acumulativa de dinero no tenía necesidad de inmiscuirse en combinaciones de doble fondo”.  

Y más adelante afirma: “Por todos sus negocios de campo, remates de rentas y combinaciones bancarias, cruza una estela de limpieza sobre la cual no hay que insistir, porque esto iba con su naturaleza, y en todos sus actos surgía sin ningún esfuerzo. Raro que entre los azares de tanto negocio no se haya levantado ni la sombra de una calumnia” (p. XVIII, Introducción).

Pepe representa el trabajo sistemático y esforzado. Pero hay un impulso errático en erigir la escultura de un millonario por su capacidad de hacer dinero, aunque es cierto que fue una capacidad extraordinaria, digna de admiración.  

Algo terrible había en ese  afán por multiplicar el dinero y ser millonario. Cuando Bernardo Jaramillo compara a su abuelo con Bismarck, a quien se parecía mucho, también psicológicamente, lo dice: “Hay algo común en sus violentos caracteres; la rigidez en el procedimiento procurando obtener el fin sin consideraciones y siempre el sino del triunfo por delante, atropellando todo el resto de la humanidad, a la que ven como minúsculos seres, atónitos, boquiabiertos” (p. 68). 

Y más adelante: “Tratándose de negocios era implacable, su rigidez no tenía consideración” (p.100). 

“Hoy parece inverosímil que el gobierno hubiese vendido anticipadamente sus rentas en subasta a los rematadores, enriqueciéndolos. Estos emborrachaban al pueblo y le sacaban el dinero. Dentro de algunos años parecerá oprobioso que el gobierno hubiese derivado una de sus principales entradas vendiéndole él mismo trago al pueblo, emborrachándolo y metiéndolo luego a la cárcel” (p. 118). 
No nos parece tan oprobioso. Se ha naturalizado. 

Para hacer dinero, en el capitalismo salvaje, hay que ser brutal, egoísta y nada altruista. 

Entran las señoras de alta alcurnia a su oficina, temblorosas, pues conocen el humor corrosivo del viejo rico. Le dicen: 

-Excúsenos Dn. Pepe, si le quitamos su precioso tiempo, pero venimos con una misión muy alta que cumplir. Actualmente se está constituyendo en Medellín una asociación de caridad llamada “Gota de Leche”, esta institución existe ya en muchos lugares funcionando con muy buen éxito y su objeto es proporcionarle leche en la mayor cantidad posible a tantos niños desvalidos que hay en las ciudades. Se trata de fundar aquí un centro similar, la idea ha sido bien recibida por todos los pudientes y ya que Dios le ha proporcionado tantos ganados productores de leche, solicitamos su importante ayuda, Ud. dirá cuánta por día podría suministrar a tan benéfica obra. 

-Vean una cosa, les contestó, yo les doy un consejo que vale más que toda la leche que dan mis vacas. Oigan señoras, no se pongan a cuidar todos estos negros con leche porque se alzan, yo en Girardota y Barbosa los tengo a ración de aguadulce y ya no puedo aguantarlos. (p.148).

Y ahora le hacen busto a este señor tan caritativo. Tal vez por esa sinceridad la familia Sierra no quiso que se distribuyera el libro de Bernardo Jaramillo y retiró la edición de las librerías. 

Porque el primer impulso respecto a mandar a hacer una escultura al hombre más rico del país y también el más avaro es preguntar si vale la pena que se haga con recursos públicos. ¿Por qué no lo pagarán sus herederos con una esquirla de su enorme fortuna y luego la donan a sus queridos coterráneos, para ejemplo de futuras generaciones?

Qué contraste con la generosidad espiritual de Aguirre, el abogado defensor de los pobres, de los humillados y ofendidos, el temido crítico de políticos, poderosos y capitalistas. Para quienes fue siempre un látigo.

El busto de Aguirre

El busto de Pepe Sierra será a una proporción de 2 metros, de pie. Pero el personaje estará sentado, con una altura de 1.60 metros. La obra será fundida en bronce “y busca trascender la historia artística y cultural de Girardota. Estará ubicada en el parque principal, frente a la Catedral y se convertirá en el principal monumento del parque principal. La escultura irá en un pedestal proporcional a su altura, siguiendo las orientaciones del escultor y proporcionado por el Municipio”. 

Estará allí “exaltando al reconocido hombre de negocios como ejemplo para las presentes y futuras generaciones de girardotanos”. La idea es que nos apropiemos de ella como “símbolo de identidad”. Mejor dicho, que adoremos al “becerro de oro” (como le decían en Bogotá los periódicos a Don Pepe), al dios Mammón.   

En cambio, la escultura de Alberto Aguirre, el abogado, editor, periodista crítico, fotógrafo y librero radicado en Medellín, que tuvo el azar de nacer también en Girardota, tendrá apenas 70 centímetros, será un busto (es decir, apenas una cabeza con hombros) y estará ubicada en la Casa de la Cultura Pedrito Ruiz, para que los jóvenes se apropien así de su legado intelectual.  

Aguirre es el escritor girardotano de más vuelo que hemos tenido. En cualquier parte del mundo hacen estatuas a los escritores de su calibre. Escribió miles de columnas en la prensa regional (El Mundo, El Colombiano), fundó cineclub y revista de cine (Cuadro), editó a García Márquez, a Fernando González, a Arturo Echeverry Mejía, pagó la publicación del primer Manifiesto Nadaísta de Gonzalo Arango, de quien fue amigo íntimo y tuvo una librería de prestigio (Librería Aguirre) en el centro de Medellín. Sus escritos se pueden leer en dos libros: Cuadro (1984) y Alberto Aguirre, el arte de disentir (Sílaba Editorial - Eafit, 2014). Merece algo más, en vez de encomiarlo, lo están maltratando, en vez de mostrarlo lo esconden. 

No le gustaban los premios, reconocimientos o monumentos, decía: hay que ser iconoclastas. Y se burlaba de la manía laudatoria de los colombianos, de admiradores póstumos. Estando vivo fue el más solitario. Era difícil hacerle cualquier homenaje, vivía como su maestro Fernando González, a la enemiga. No se dejaba sobar, era arisco. Del poder, ni agua, escribió. Mis cenizas que las tiren por el inodoro, le respondió a Héctor Abad Faciolince, su amigo íntimo. 

Pero esas son cosas cosméticas. El monumento perenne es su inteligencia, plasmada con gracia en su obra. Su estatua será fija, no subvertirá el orden, como su pensamiento. No será revulsiva. 

Estas dos esculturas en un mismo contrato son la manifestación de la contradicción al interior del arribismo que nos gobierna, que quiere a su vez la riqueza y la sabiduría. El rey Salomón, el más sabio de los reyes, rechazó la una por la otra y eso gustó mucho a Dios. ^“Dame ahora sabiduría y conocimiento, para que pueda salir y entrar delante de este pueblo”, pidió Salomón.  

Pero aquí prefieren la riqueza y, como por remordimiento, adulan la inteligencia. 

El objeto del rubro con el que harán dicha obra es “mantener, fortalecer y dinamizar las actividades artísticas y culturales”. Si van a hacer una escultura de bronce a propósito de Alberto Aguirre, la cosa se puede mantener sin problema dentro de dicho rubro con muchas justificaciones. Y se puede hacer en el parque, junto a Simón Bolívar, a quien admiraba. Con Pepe Sierra sí hay que poner problema, pues su único mérito es el de haberse hecho rico. No es una persona equiparable a Alberto Aguirre. 

A Pepe Sierra "le era totalmente indiferente lo que no se relacionaba con los negocios. Letras, arte y ciencia fueron desconocidas", escribió El Tiempo. 

Qué doloroso contraste expresan estas dos vidas, que partieron del mismo punto, como partículas elementales, hacia polos opuestos, sin encontrarse jamás. La riqueza intelectual del uno contrasta con la pobreza espiritual del otro. 

A este buque de la cultura criolla le meten de todo, como al arca de Noé. 

Publica la revista Dinero: "No nos matemos entre nosotros. Matemos al gobierno", decía Pepe. Entonces pactaban. Uno o dos remataban la totalidad por sumas estudiadas para darle al gobierno lo menos posible y luego entre ellos se repartían la "marrana”. 

Es la forma en que trabajan los politiqueros con el erario público, haciéndose ricos.  Y ahora tendrán su monumento. 

Aguirre merece algo más que un busto. Merece ser asimilado, popularizado, sus libros y obra fotográfica. Y no ganaría él solo, ganaríamos todos, nuestra inteligencia, nuestro espíritu, si es que nos queda algo de eso.