22 feb 2017

El puente está quebrado…


Puente que debía unir veredas Jamundí con El Barro, en la parte alta.
Desde junio del 2015 se comenzó a construir el puente vehicular que une a la vereda Jamundí con El Barro, en la parte alta.  Más de un año y medio para una obra que se proyectó para 6 meses. Lo que falta, aunque es poco, es lo más importante: la plataforma, es decir, el puente mismo. A cada lado de la quebrada ya se encuentran totalmente construidas las enormes estructuras de concreto que soportan la obra. 

6 feb 2017

Vladimir Jaramillo: alcalde narcisista del Valle de Aburrá

Envigado, sin vallas de la alcaldía, como ocurre en demás municipios del Valle de Aburrá.
Por Mauricio Hoyos
Esta misma semana dos reporteros de este medio se tomaron el trabajo de hacer un recorrido por los parques principales de La Estrella, Itagüí, Sabaneta, Envigado, Bello, Copacabana y Barbosa. En Bello encontraron un músico callejero con guitarra eléctrica tocando rock and roll. En Barbosa había un señor acostado cómodamente bajo un árbol de caucho. En todos los pueblos había iglesias, plazas, palomas, jardineras, gente, lo común… Pero en ninguno de los parques principales de estos pueblos, EN NINGUNO, encontraron vallas de la administración de turno con la carátula del alcalde mostrando sus logros, como ocurre en Girardota, donde no hay una, sino VARIAS VALLAS de gran formato afeando la vista. ¿Qué nos pasa?
 

3 feb 2017

Concejo de Girardota: Subiendo impuestos, derrochando presupuesto

Redacción Pueblo 

Si resultó escandaloso que Robinson Hernández, presidente del Concejo Municipal, gastara 39.950.000 millones en una capacitación para 9 concejales en San Andrés Islas,  ahora es más que escandaloso que en un solo año se haya gastado 97.350.000 (noventa y siete millones trescientos cincuenta mil) en capacitaciones y cerca de 70 millones en asistencias y asesorías. 

1 feb 2017

Carta abierta a Vladimir Jaramillo: una propuesta para el sector cultural

Por: Sergio Henao

Cuando en 2009 se hizo la Política Pública de Cultura, quedó dicho que el problema del sector cultural en el pueblo es que no se concibe la cultura como eje estratégico del desarrollo, y particularmente se refería a la clase política. Ese tema es algo que se ha tratado de explicar de muchas maneras, y que los gestores culturales cuando lo dicen es porque saben de lo que están hablando; y que quienes están a cargo de la administración ni se esmeran en comprender porque es un sector que no produce votos. Por eso no se pueden gastar la plata en cultura, perdóneme la franqueza. 

Ha sido un verdadero problema para los artistas y gestores lidiar con quienes no comprenden que el sector cultural es la gente y no el “gremio” de los artistas. Así que lo que el llamado sector reclama no son limosnas ni buenas voluntades, sino la responsabilidad del estado de formar seriamente a la gente y garantizar espacios para el pensamiento, la creatividad, la sensibilidad por lo bello, es decir, por el goce de la vida más allá del mercado.  Y para eso se necesita quien lo haga bien, quien sepa hacerlo.

Y la verdad, querido Vladimir, para eso se estudia. Si bien doctor puede ser cualquiera, no es lo mismo un artista, un gestor cultural, un profesional, alguien que ha aprendido con esmero. Usted es abogado, lector, por lo tanto lo sabe. Así que el sector cultural está conformado por gente que piensa, que se ha preparado y que elige con criterios. 

Esa gente del sector hace las cosas a conciencia, así trabajen con ustedes. Y eso es razón suficiente para confiar a ellos la formación de un pueblo. Quien no concibe la libertad como principio del pensamiento, está encadenado a sus prejuicios. Quienes saben qué hacer y cómo son ellos. Déjelos trabajar con independencia, con la apertura que el pensar necesita para que un pueblo resplandezca. Ofrézcales garantías para que puedan desplegar su potencial creativo en el municipio.

Alguna vez William Palacio habló de llenar de objetivos y metas el cargo de Subsecretario (a) de Cultura. Si lo dice es porque sabe y tiene autoridad para ello si se confronta su hoja de vida y su trayectoria en el movimiento cultural del departamento. Además, cursa una maestría en gestión cultural. Por saber eso, la pasada administración de su grupo político lo apartó de su cargo, algo con lo que usted no estuvo de acuerdo.  Me parece que es una responsabilidad moral nombrar a William o a alguien  con más idoneidad que William, en la Subsecretaría de cultura —con la prometida autonomía presupuestal que usted propuso en su plan de gobierno—. Son cargos que no se pueden ocupar con títulos, sino con conocimiento.  

Creo que antes que un impuesto el sector necesita un orden, una estructura, es decir, un plan. Y ya se han gastado 24 millones desde el 2011 tratando de aprobar uno. Se hizo la Política Pública, y pasará su vigencia  como el Plan Educativo y Cultural anterior y como pasan casi todos los planes y proyectos en los que se embarca la alcaldía: con penas y sin glorias.  Por eso cuesta aceptar que nos cobren un impuesto para la cultura, cuando se siguen haciendo las cosas de la misma manera. Pues no basta con que aumenten las contrataciones cuando parte de los cargos pertenecen a concejales o al grupo político. Contratar  gente sin idoneidad es derrochar el presupuesto, malgastar los recursos públicos.

Además, no sé si en dos años pueda lograr sostenibilidad el sector cultural sin una brújula que le diga a dónde ir. Las empresas privadas funcionan porque tienen planes estratégicos, valga decir. Su plan de desarrollo no sirve para tal efecto, porque solo dura 4 años y tiene una visión limitada. Y por otro lado no democratiza con ecuanimidad los recursos cuando entrega un contrato de cultura a Coralg, sabiendo de la trayectoria y seriedad de muchas organizaciones culturales del municipio que usted dijo que apoyaría cuando hizo campaña. Si es para que las cosas sigan como están, para qué más plata.

Así, un impuesto por dos años es apenas un paliativo, es decir, un alivio que se le aplica al paciente antes de morir, pues todos sabemos lo que pasa el tercer año. Sospecho que mientras la decisión siga en las manos de un grupo político y no en su conciencia, nos tocará seguir conformándonos con gestos de buena voluntad y con tanto creativo dando órdenes. Ya recuerdo el consuelo que nos daba Guillermo Vélez con franqueza cuando, siendo candidato, se le ocurrió ponernos a competir con el Señor Caído por los recursos, dijo que pondría una alcancía en la Estación para que la gente que llegara depositara allí una limosna para los artistas del pueblo.