El porvenir de Girardota

 

Por Simón Ramírez

Jesús María Cadavid Sierra es un comerciante de Girardota al que la mayoría de locales conocemos como Suso. Es un hombre delgado con ropa pulcra, cabello negro y un acento paisa profundamente marcado. Estuvo varias décadas atendiendo como dueño en la distribuidora El Porvenir, ubicada en los últimos años entre la calle séptima y la carrera Caldas; es decir, la esquina antes de llegar al parque por la entrada principal. Hoy ya no atiende, cerró el chuzo.  La esquina donde terminó su negocio era característica de un tiempo que se va yendo en Girardota: casas con techo alto, tejas cocidas, muros gruesos color pastel. Hace unas semanas todavía estaba la casa, ahora solo hay hueco gigante… y ese hueco será edificio en unos meses. 

Suso nació en la vereda San Andrés, pero cuando murió su padre se vino con la mamá a la casa de la abuela; desde chiquito empezó a trabajar  en los negocios de sus tíos, quienes también se ubicaban en lo que era casi la única calle del comercio: la séptima. Los cuatro apellidos de sus padres expresan un destino de mercader que ha girado alrededor suyo: Sierra, Jaramillo, Cadavid, Restrepo.  

Me contó que su mamá también administró y trabajó en un granero desaparecido que se llamaba Los Toros. Eso fue hace décadas y tal local se ubicaba donde hoy es el Dollarcity: en ese granero vendían también petróleo, insumos para el agro y cachivaches. La fachada del Dollarcity, hoy, imita un estilo más o menos republicano, más o menos parecido al original. No sé si todos los chicos de las nuevas generaciones saben qué es o han ido a un granero, pero ya no hay nadie que no sepa qué es un Dollarcity: esa multinacional de cachivaches, comida o casi cualquier cosa fabricada en china. 

En negocios como graneros, tiendas o ferreterías de familiares fue que Suso empezó a trabajar, siendo adolescente. Sin embargo, al bordear los veinte se fue laburar a una distribuidora de Medellín de la que era socio un tío suyo, y gracias a conocer la dinámica, generar los contactos y tener el apoyo familiar, empezó a independizarse, montando su propia distribuidora en Girardota. Era 1995, no había autopista de doble calzada, la gente se demoraba mucho más en sus recorridos cotidianos o esporádicos a la ciudad, todavía Girardota era un pueblo.

El punto inicial de El Porvenir era pequeño, sobre la misma calle séptima. Le prestaban la casa para hacer almacenamiento de chicles, pasabocas, chocolatinas y cigarrillos.  Cuenta que estuvo prácticamente a puerta cerrada por 9 meses, pues no le querían dar el permiso en la alcaldía; debido a esto generó una distribución puerta a puerta, llevando mercancía a las veredas y barrios en su moto. Esto hoy se escucha normal, pero a mitad de los años 90s lo que hizo con su forma de distribución representa un gesto pionero, uno de los tantos gestos modernizantes que han ocurrido en Girardota en las últimas décadas. 

En una tarde de febrero nos sentamos en el Kiosko principal de Girardota y me contó que: De la distribución de unos cuantos productos de Colombina como el Bombón búm rojo, las moritas, el anisado y las mentas se pasó a un portafolio de más de 2000 productos. Hoy el Grupo Nutresa quiere manejar la canasta familiar completa: granos, enlatados, confitería, cárnicos... El trabajo que nosotros hacíamos solos, ahora lo hacen 5 diferentes modalidades: canales mayoristas, cadenas de supermercados, tienda a tienda, revistas y plataformas digitales. Todo eso hace que el mercado se vuelva más competitivo…

No son pocos los negocios que se surtieron de Suso, tanto en la zona urbana como en la rural. Varios dueños de tiendas, cantinas, bares, puesticos y chuzos callejeros tuvieron al Porvenir como punto de acopio; es que Jesús María implementó también la consignación, que es una especie de fiado realizada por pequeños negocios para abastecerse de mekato, bebidas, cigarrillo…  Había gente que la pasaba muy mal, que vivían del día a día o de lo que podían hacer, entonces yo les abría la posibilidad de solventarse en su pequeño negocio. En estos días me ha dado mucha nostalgia, me han abordado muchas personas a preguntarme que qué vamos a hacer. Y yo diría que es una oportunidad, porque uno no tiene la verdad absoluta sobre las cosas. Hay gente que está haciendo la tarea, que la seguirá haciendo. Esperamos que no se convierta en un sistema de desfogue, porque hay gente que se aprovecha de las necesidades de otros. Y yo creo que una cosa es la necesidad y otra es el servicio. 

Jesús María entrará en una larga lista de nombres que no le dirán nada a las nuevas generaciones: Joaquín Zuluaga, Marco Suárez, Kiko Martínez, Jairo Castro y Gabriel Jaramillo, Jaime Sierra… todos representan un pueblo que va desapareciendo para darle paso a la ciudad. Quizá, además, Suso es la expresión de un pueblo que estaba anteriormente y también de otro que ha ido creciendo, pues ahora también es socio de la construcción que se desarrolla en el mismo punto donde era su negocio.  Y la casa vieja terminará siendo locales comerciales.

Él dice que sigue con la misma rutina de despertarte temprano, ir a misa, hacer labores en la casa e ir al negocio, pero en este caso a la construcción. Ya no le preocupa que lo estén esperando afuera con afán y piensa que podrá dedicarse con mayor tranquilidad a conversar a cualquier hora con algún amigo, a realizar una caminata o un viaje corto… o solo a disfrutar de almorzar a las horas precisas, sin afán. 

Quizá muchos de esos tenderos que se surtían de El Porvenir no podrán decir lo mismo y sus días terminarán adentro de la ventana, cuidando el chuzo, camellando y preocupándose por el día a día. Quizá no tendrán o tuvieron la posibilidad de acumular capital para una vejez descansada o más tranquila. Según cifras de la Universidad del Externado, a noviembre del 2021, solo el 16% de las 7,5 millones de personas que estaban en edad de retirarse recibían pensión.  

Para cerrar, quisiera soltar unas palabras que Suso me dijo a propósito de los mercados, el porvenir y crecimiento de Girardota:

La tendencia de los mercados es que sean online. Uno quisiera que la mayoría gente del pueblo nos podamos seguir saludando, que no nos volvamos tan indiferentes.  Reconocer que somos de acá. Eso quizá se podrá hacerse en la medida que las personas que nos están sucediendo se les haya fomentado el vínculo entre los vecinos, la participación y la solidaridad. Yo creo que mientras más solidarios seamos eso nos hace ser más sensibles, más humanos. No quisiera que la tecnología nos volviera cada vez más individualistas y encerrados en cada uno. Esperemos que eso sí se pueda rescatar. Porque cada uno le aporta a la sociedad… siendo más justos, teniendo más empatía. Todo eso se resume en que entendamos que aquí apenas estamos administrando; otros vendrán mejor o distintos a nosotros. Pasaron 28 años, 9 meses y uno se pone a mirar y no siente cuándo pasó tanto tiempo. Hay que concentrarse en la labor que uno tiene que hacer y con el deber cumplido de uno, brindarles satisfacciones a otros, de poder ayudar a otras personas.