“No queremos más cabalgatas”

El sábado se evidenció una vez más que tanto la clase política como las políticas municipales están en una especie de estancamiento del cual tomará tiempo salir. Mientras en Medellín se prohibieron las “tradicionales” cabalgatas en la feria de las flores, Girardota las sigue promoviendo como medio para recoger recursos para el hospital. Bastaría con que los concejales dejen de derrochar dinero en sus costosos paseos y contrataciones inútiles, o con disminuir la burocracia y las cuotas burocráticas que desangran los recursos públicos. (Quizás le interes leer: ¿Y quién controla al concejo? y Concejo de Girardota: subiendo impuestos, derrochando presupuesto)  

No solo lo ha hecho Medellín, en otros años Cali, Bucaramanga, Armenia,  Neiva, entre otras (http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-14522138) también han prohibido las cabalgatas por los desórdenes y por el maltrato animal que genera este tipo de eventos, donde muchos de los jinetes, por lo regular, están borrachos. 

Y así fue la cabalgata del sábado. En redes sociales las quejas y la incomodidad de muchas personas fueron la constante. Quienes recorrimos las calles ese día en la noche, nos encontramos con un pueblo intransitable. Circular en una moto era peligroso. Y como hay una sola entrada, muchos tuvieron que caminar desde la estación para poder llegar a sus casas luego de sus jornadas de trabajo. 

Si un borracho es peligroso en un carro, lo es igual —o más— en un caballo. Si bien hasta el momento no se han registrado casos qué lamentar, los daños y las molestias sí han sido reportados por los ciudadanos a través de las redes. Cuando se le preguntó a un policía por qué no estaban controlando en el parque,  nos comentó que no daban abasto para atender todo el municipio, sobre todo con las peleas que estaban presentando. Y fue que la cabalgata se regó por todo el pueblo. Estaban en las aceras, ocupando todas las calles del pueblo. Se metían por la mitad del parque, donde hay restricción de movilidad para vehículos porque,  supuestamente, se privilegia al peatón. 


Hasta altas horas de la madrugada había caballos en espacio público. No faltaron las peleas, donde hasta se exhibieron armas, como nos lo contaron vecinos del estadero la Zebra, quienes más padecieron los desórdenes y la precaria organización. “En la próxima cabalgata es mejor que manden a desocupar el pueblo, para que los patrones puedan traer a cagar sus bestias tranquilamente” expresaba con enojo un habitante de dicho sector. 

El clamor de mucha gente en Girardota es general. No queremos más cabalgatas. Es inaudito que la política administrativa de financiación del hospital dependa de este tipo de eventos. Los animalistas (y los que posan de tal en campaña electoral y en el Concejo) están llamados a sentar su voz de protesta. Y todos quienes disientan (y cuya “crítica” no esté contratada) deben igualmente rechazar este tipo de eventos que, como lo demuestra la experiencia, pone en riesgo la tranquilidad del municipio,  y hasta la integridad de personas y animales.