Girardota vs chimeneas

Foto: M.H

Por: Bibiana Ramírez
Cuando se invoca el desarrollo, pareciera que la comunidad es la que menos importa.  Muchos se quejan de que las cosas se hacen sin tener al pueblo  en cuenta, sin ver si realidad, sus necesidades. Por ejemplo nunca le han preguntado a la gente si quiere que ésta o aquélla fábrica se instale, ni siquiera le hablan de sus consecuencias, siempre de se hace bulla es con las ventajas, que rara vez ven materializadas.  

Fuera de las muchas fábricas que hay, están entrando otras nuevas que no son mejores. Uno de los casos es el de Biochemical Group S.A.S., ubicada en San Andrés, más específicamente en el Sector La Calle. Sergio Cadavid, habitante del sector y que tiene su casa detrás de la fábrica dice: “yo me puse a medir los metros de distancia que hay de la casa a la fábrica y hay 25, cuando deberían haber 200 o más y dicen que la fábrica va a comprar las casas que están cerca, pero de eso hace mucho tiempo y nada”.
 
Lo paradójico es que el sector La Calle no está legalizado por la administración, nadie tiene escrituras de sus predios, pero sí les llegan impuestos y tasa de aseo cuando no lo hay. ¿A quién le van a comprar?
Biochemical es una micro-refinería que funciona con calderas que consumen Acpm, para calentar aceites y extraer de ellos distintos derivados del petróleo.
Biochemical, en una de sus pruebas de funcionamiento, hizo que los estudiantes de la Institución Educativa San Andrés tuvieran que evacuar porque no aguantaron el olor, algunos vomitaron, otros se marearon.
 
Es una refinería con productos inflamables bastante peligrosa cerca a zonas residenciales y más si es un sector tan vulnerable donde hay muchas casas de madera con todo tipo de población, muchos niños. Cuando llegó Biochemical empezaron a explotar piedras para la adecuación del lugar, “la casa de Flor que es de material se tarjó mucho y no han hecho nada para resarcir el daño, está muy agrietada y es la más cercana a la fábrica” asegura el mismo Sergio Cadavid.

Los que reciben el humo
La vereda San Andrés es tal vez la más afectada por la contaminación que generan estas fábricas, porque los principales vientos de ésta zona del Valle circulan por allí “y a nosotros, los de La Calle, nos llegan los vientos de San Andrés y La Palma, estamos en medio y nos chupamos todo”, dice entre risas Sergio Cadavid.
 
Los mismos habitantes cuentan que todos los árboles frutales se han ido muriendo, se han vuelto más pequeños, los mangos no crecen, las naranjas son más pequeñas, simples y descoloridas.  ¿No ameritará esto un estudio serio del impacto ambiental generado por las industrias y un plan de resarcimiento a la comunidad?
 
La señora Arnobia Foronda, que vive en la parte alta de San Andrés cuenta que hasta su casa llegan olores fétidos, combinación de todos los humos que allá abajo se generan. Ella cuenta que “las palmas de coco que habían en San Andrés, La calle y La Palma se fueron muriendo. La tierra ya no es fértil como en otro tiempo”.
 
Doña Arnobia ha trabajado desde hace mucho tiempo con grupos ambientales, inició en la Umata defendiendo el medio ambiente, y ahora piensa, con resignación, que todo esfuerzo por el ambiente es nulo cuando hay intereses económicos y políticos en medio, “a nadie le interesa eso”.

¿Y la comunidad qué?
Paralela a Biochemical está la fábrica Invesa que tiene cero acercamientos con la comunidad y genera un miasma a colbón en El sector La calle. El mismo Sergio asegura que “nunca aceptan a la comunidad sino a presidentes de las juntas, a gente con poder, no aceptan a sindicalistas”. Y cuenta que un día fue a hablar con alguien de la fábrica para que le resolvieran el caso de su hija: “hablé con un jefe allá adentro, en Invesa, porque mi niña, que se estaba aliviando de la asfixia, se volvió a enfermar. Eso no podía seguir así, porque en el barrio estábamos muy afectados, le dije que iba a demandar entonces, y él respondió que lo que eliminaban por ahí no era tóxico. Yo no creo. El aire de esta fábrica huele como a formol, a matamaleza, a aceite quemado, ya ni sabemos. De noche somos como ahogados”.
 
La situación de pobreza que presenta el sector La Calle es grande y “no recibimos ninguna ayuda de la administración” dice Ximena Cano, presidenta de la junta de acción comunal, además de que “aportan a la vereda poco esas fábricas, en diciembre dan una caja de maicena para la natilla y no es más, las regalías se las dan todas a la administración, pero nada a la comunidad que es la afectada”.
 
Es notable que la comunidad está dividida, cada junta actúa de manera independiente, cuando deberían estar trabajando de la mano por el bienestar de los habitantes, por el bien común, por investigar cada una de estas empresas.  El sector 

La Calle tiene 170 familias y alrededor de 550 personas y sólo dos están trabajando en Invesa y ninguna en Biochemical. Unos dicen que por falta de bachillerato, otros, porque prefieren gente de afuera, y nunca hay explicación real. Las oportunidades de empleo en el barrio son nulos.
 
Si las decenas de empresas que se anuncian vienen para perpetuar estas condiciones, será difícil hacer creer que traen algún beneficio para la comunidad.