El médico del pueblo

Por Mauricio Hoyos

Estudió medicina en la Universidad de Antioquia en los tiempos del maestro Héctor Abad Gómez, cuando se aprendía una medicina social. Fue el mismo Abad Gómez el que instauró el año rural para todos los médicos, viajando entonces el joven Carlos Congote hacia un municipio cafetero antioqueño a cuatro horas de Medellín, Sabana Larga. Allá fue donde conoció a la mujer de su vida, con quién, tiempo después, arribaría a Girardota. 

 

Aquí hizo pronto méritos como médico, asertivo y humano: cogía a pie para las veredas más altas a la hora que se le llamara.

Pronto llegó a ser director del Hospital Municipal, cuando quedaba en el parque principal. Y participó activamente en la construcción del actual Hospital San Rafael, en su dirección y también en su función principal: curar enfermos, pero además le gustaba atender partos y hacer necropsias. También trabajó un tiempo con la Cruz Roja, hasta que con instrumentos prestados montó el consultorio de su casa que después pasaría para la calle 10.

La política de a pie

El interés del médico por la política (era liberal), queriendo  ayudar al mayor número de gentes, lo llevaría a lanzar su candidatura a la alcaldía en las primeras elecciones populares, en el año 1988, donde estuvo a punto de ganar y siempre consideró que perdió por fraude. Fue un trabajo hecho con escasos recursos, en compañía del ex  concejal Rodrigo Montoya, después notario, recorriendo el pueblo a pie por todos lados por votos que no eran para ningún partido, sino para el doctor Carlos Congote.

 

Volvería a lanzarse durante la segunda contienda electoral, saliendo también derrotado, para triunfar luego con su candidatura al concejo municipal, en el año 1999, obteniendo una votación record en la historia política reciente del Municipio.

 

Más de mil votos. Era para muchos un posible próximo alcalde.  Con todo y que la misma gente le decía que no votaría por él temiendo perder al excelente médico a cambio de un excelente político.

Presidió el concejo en el año 2001, reposando su firma en los archivos del concejo municipal. Y también su actitud vital, cristalizada en cada una de sus intervenciones.

El concejal incómodo

En el año 2001 el Municipio estaba sobregirado, el alcalde Jorge Londoño anunció durante la primera sesión del concejo una dura realidad, se debían alrededor de 12 mil millones de pesos a los bancos y el presupuesto del Municipio era de 9.600 millones de pesos.

Durante la sesión de instalación del concejo  así se expresó Congote: “Me comprometo ante ustedes y ante la comunidad a desempeñar el cargo con responsabilidad, eficiencia, transparencia, cumpliendo con la Constitución y las leyes, realizando un trabajo mancomunado con ustedes, buscando el bien y el crecimiento de nuestro municipio.”

Palabras que son la ética del quehacer político, la médula, la esencia misma del ejercicio del hombre civilizado, que vuelca su vida por el servicio de los otros. 

 

Pedía que no hubiera impunidad en Girardota.

Sus luchas

Le preocupaba la niñez y la juventud, con los pobres, como consta en los acuerdos que firmó y debatió.  Y también tuvo como  tema central el Medio Ambiente, preocupación expresada con bastante razón en el acuerdo número 35 de diciembre de 2001, cuyo idea era crear una agenda ambiental que buscase promover normas necesarias para “el control, la preservación y defensa del patrimonio ecológico del Municipio”. Incluía protección del aire, entre otras sugerencias.

Girardota pasquinera

El pasquín tiene en Girardota una historia larga y muchos concejales y alcaldes han resultado pasquiniados.

 

Eso fue lo que pasó la semana que originó una sesión extraordinaria abierta por el alcalde de aquella época, Jorge Londoño. Se interesaba, de inmediato, en el nombramiento del nuevo personero, puesto que la personera había renunciado. E instala la sesión “sin más preámbulo”.

Pero eso inquieta mucho al doctor Congote, que hace para la historia una declaración de enorme carga. 

 

Afirma que la renuncia de la personera fue por hostigamientos. Anuncia que lo que está pasando en la comuna 13 (operaciones del ejército) puede hacer que circulen por Girardota milicianos. Algo perfectamente posible, dado el escondrijo que significa Girardota para los narcos hoy día. Los narcos le ganaron la guerra urbana a los milicianos. 

 

Y en Girardota se había desatado una oleada de asesinatos: que aquí llaman limpieza social, por parte de grupos paramilitares.

Afirma el doctor Congote que siente “miedo de las afirmaciones que se están haciendo mediante pasquines”. Y le produce, además, también miedo las distintas posiciones del concejo respecto al pasquín. Indiferencia en algunos, gozo en otros, “pero más triste es que otros participen en su elaboración”. 

 

Era un supuesto, pero ponía álgida la cosa. 

 

“Y qué tristeza para este pueblo porque presupuestamente en su elaboración están involucrados Concejales, precandidatos a la alcaldía, precandidatos al concejo, funcionarios públicos y fuera  de eso miembros de ONGS...”

 

Eran tiempos calientes.

 

 “Yo les pregunto honorables concejales de esta gentuza que llega a la administración pública y continúa en ella, en el último pasquín supuestamente se le tira a todo el concejo, nos acusan de engañadores, solapados y ladrones y hablan de los honorarios que nos hemos robado, esto para que vean que nosotros también estamos corriendo peligro y para que dejemos la indiferencia, y si estamos actuando en unidad con esta gentuza, lo pensemos antes de seguir haciéndolo, porque ninguno de nosotros estamos exentos de alguna retaliación, de un ataque por parte de los grupos armados que operan en la región o por parte de muchos desadaptados que tenemos en el municipio”. 

 

En sensión de noviembre de ese año el alcalde  Jorge Londoño cuenta que  le llegó un clavel rojo a modo de amenaza. Lueguito en la misma sesión una concejala se muestra insatisfecha por que el doctor Congote llamó “gentuza” a algunas personas. ¿Cuál será esa “gentuza”? Estaremos libres de ella actualmente.

 

Expresa el doctor su desencanto por el trabajo político que venía realizando.  “Soy uno de los que está totalmente desmotivado en el concejo”, dice que falta democracia en el mismo recinto  sagrado de la democracia. 

 

Sus últimas palabras ante el concejo que reposan en las actas se remiten a su amor por los animales, (que quedó plasmado en el Acuerdo número 61 de 2002, que crea la Junta Defensora de Animales,  hoy sin implementar), los libros (plasmado días después de su muerte en el acuerdo 90 de 2002)  y la patria.  

 

La tarde de su muerte, 29 de noviembre de 2002, pasadas las 5 pm, la policía fue alertada dos veces de que habían muchachos raros en el consultorio de Congote. Las llamadas quedaron registradas, no evitaron el crimen. 

 

Se había vuelto un estorbo para  algunos con ciertos intereses económicos, dice uno de sus cercanos. Había rechazado una invitación a reunirse con paramilitares que otros concejales sí aceptaron y estaba furioso por eso, según otro testimonio cercano. Lo que resulta difícil descartar en torno a su muerte es la política. 

Epílogo

Hay una frase inteligente y cruel al mismo tiempo que era la más dicha por Congote los últimos días, según su esposa: “Entre más conozco  a los hombres, más quiero a mi perro”, célebre frase en el mundo literario, que conocía bastante bien. El día que fue asesinado su casa estuvo cubierta de palomas. 

 

El 10 de diciembre el concejo municipal llevó a cabo la respectiva misa en memoria del concejal caído, que no iba nunca a misa, pues era anticlerical. Se hizo un minuto de silencio por el concejal dado de baja. Y ese silencio no cesa, diez años después.