El otoño del patriarca

A propósito de una visita non sancta a Girardota

Por Julian Ospina y Santiago Duque

Los espacios democráticos se ganan a partir de la confrontación abierta de las ideas; por eso, el disenso con argumentos es ahora más necesario que nunca. La atmósfera parroquiana de este pueblo, donde aún prevalece una voz conservadora de ideas básicas y repetidas que ya no dicen nada, tiene que enrarecerse con otras manifestaciones. Manifestaciones de la otredad y la diferencia, a tono con el actual contexto político y social al que no es ni podrá ser ajeno el ámbito local. 

No creemos que hubieran sido ingenuos ni que le hubieran dado lustre a Uribe y su séquito en su visita a Girardota quienes salieron a la plaza, por pura dignidad, con una serie de preguntas e interpelaciones que se leyeron en pancartas alzadas: 

·         ¿De verdad, de verdad, es mejor falso positivo conocido que aguacate por conocer?

·         ¿Cómo creerles que van a fortalecer la educación pública si son ellos mismos los que históricamente la han desfinanciado?

·         ¿Es exitosa una política de seguridad cuyo saldo son 10.000 jóvenes inocentes asesinados por la fuerza pública?

·         ¿Ha conducido la ley 100 a la salud como un negocio o a la salud como derecho fundamental?

·         ¿Es respetuoso de las instituciones democráticas un gobierno que “chuza” a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia?

·         ¿Es justo con los anhelos de paz del pueblo colombiano “hacer trizas los Acuerdos”?

·         ¿Tiene sentido sacrificar el agua y la vida por la codicia de los que defienden la locomotora minero-energética?

·         ¿Puede esperarse un cambio de parte de los mismos?

·         ¿Eximiendo de impuestos a los grandes empresarios y subiéndoselos a las clases media y baja se disminuye la desigualdad social?

·         Por una política decente, no más noticias falsas.

Vale recordar que el intendente y el capitán de la policía, al ver la calidad pacífica de la protesta, llamaron al grupo a realizarla responsablemente manteniéndose juntos y alejados de la multitud, porque, de lo contrario, no podían garantizarles la seguridad. Advertencia con la que tácitamente ratificaban la actitud violenta de las hordas uribistas, que aplaudían cada vez que les decían “queridos ciudadanos”, a pesar de que les impartieron un discurso capaz de producir a cualquier estómago sensible una seria indigestión. Antes, el presentador había hablado del “presidente Uribe” y se había referido a una “sociedad eólica y eufémica”, expresión que al parecer solo entienden ellos, así como sólo Duque, como “buen erudito”, al decir del mismo presentador, conoce esas fórmulas y ecuaciones que le permitirían al mismo tiempo bajar a todos los impuestos y subir los salarios. 

Eran las doce y las campanas de la iglesia doblaron. El dueño de El Ubérrimo salió, cual cura de pueblo pobre, y agradeció a los caballistas que en la parte superior del parque tomaban guaro, a Mira y al movimiento también cristiano Justos y Libres. Habló lerdamente y en él se vio a un personaje en declive, alicaído, cuyo público era, al menos en un 70%, alquilado: se había visto llegar una caravana de tres buses llenos de gente y muchas camionetas de alta gama con publicidad, e incluso un camión con caballos porque la mayoría de los caballistas no eran de aquí. El caudillo dijo que en su gobierno se había cometido errores y que en ese camino había conseguido muchos enemigos, pero también muchos amigos, “como el Señor Caído de Girardota” —expresión que enardeció a los ajenos invitados—. ¿Sirve con sus milagros el Señor Caído a la corrupción y a la guerra? Una tergiversación tal de la religión y la moral es la que ha hecho que Uribe asevere que hay “buenos muertos”, como calificó a uno de los testigos en su contra recientemente asesinado en Bello. Cabe recordar aquí un fragmento del Canto del Siglo, de Jaime Jaramillo Escobar:

Ellos tienen el poder de los armamentos. Danos fuerza para luchar contra los armamentos. Ellos nos han decretado el juicio final. Danos fuerza para luchar contra el juicio final. Ellos dicen que tienen la razón y el derecho de su parte. Danos fuerza para luchar contra la razón y el derecho que están de su parte. Ellos dicen que tienen la justicia de su parte. Danos fuerza para luchar contra la justicia que está de su parte. Ellos dicen que tienen a Dios de su parte. Danos fuerza. Danos fuerza.

Así pues, en la plaza de Girardota se vio una foto decadente del uribismo en la que posan ahora esos politiqueros de la institución girardotana tan desleídos como el mismo Uribe. Nada representa mejor a estos uribistas conversos que aquella frase de Groucho Marx: “Estos son mis principios. Si no le gustan… tengo otros”. Cada quien ha salido a representar su comedia, como en un teatro de variedades. El partido de la U, hasta hace unos días santista y “opositor” al uribismo, hoy no quiere que se le asocie a su anterior jefe natural ni a su defensa de los Acuerdos frente a los que llamaba “enemigos de la paz” —Uribe, Ordóñez y Pastrana—. Con sonrisa desvergonzada, Ortiz aparece en vallas junto a Juan Felipe Lemos invitando a los girardotanos a votar por Duque el próximo 17 de junio. Robinson Hernández anuncia su renuncia al Concejo y al partido de la U para buscar refugio en las toldas uribistas. Después de asociar a Petro con el autoritarismo y con la izquierda radical, dice Robinson que Duque propone, en cambio, un rumbo de “respeto a las instituciones y ajustado a la realidad”, y lo califica como un “convencido del respeto de nuestro modelo democrático y económico”. Martín Bustamante, hasta la primera vuelta conservador llerista —es decir, santista—, se tomó la palabra en una reunión de padres de familia de su colegio Neosistemas, donde la regla implícita era que sólo él podía hablar, para desplegar un discurso proselitista en el que afirmaba “no darle pena” ser de derecha y votar por Duque, por su defensa del “orden y la institucionalidad” y de programas como Ser Pilo Paga. Llama la atención que como rector de un colegio, Martín Bustamante no pueda entender que Ser Pilo Paga es un programa que beneficia sólo a un 2% de los estudiantes y, sobre todo, que destina los recursos públicos a fortalecer a las universidades privadas, dejando sin financiación a universidades públicas de alta calidad como la Nacional y la de Antioquia. Como afirma Julián de Zubiría, en Semana:

El programa Ser Pilo Paga financia a 10.000. ¿Qué pasa con los otros 470.000? Son estudiantes cuyos sueños se truncan por completo cada año, porque el Estado ha decidido invertir sus recursos exclusivamente en el 2% de la población. Para los beneficiarios del programa, el apoyo es excepcionalmente favorable, pero para el 98% que son abandonados, es un programa que no garantiza su derecho a la educación.

Ahora bien, ante la doble moral de Robinson y Martín, nos preguntamos: ¿Cómo es posible tachar a Petro de radical y autoritario al mismo tiempo que se presenta a Duque-Uribe como “demócratas convencidos” o como defensores del “orden y la institucionalidad”, sin sonrojarse ante la vergonzosa historia uribista de sucesos tan siniestros como las “chuzadas” a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, la compra de la reelección, las alianzas con parapolíticos, Agro Ingreso Seguro, los asesinatos de defensores de Derechos Humanos y de 10.000 jóvenes inocentes en nombre de la seguridad, la persecución contra profesores, intelectuales, sindicalistas, indígenas y otras minorías? ¿Hay muertos que importan, los de la guerrilla, y otros que no, los de los paramilitares y el ejército? ¿Es así como se defiende el Estado Social de Derecho, el orden y la democracia? 

Dirán que no le cobremos a Duque lo que es de Uribe, que él es un joven fresco e inteligente. Pero resulta que quien vino a Girardota a hacer campaña con su séquito comprado fue el “presidente eterno”, no el “vicepresidente” Duque, como lo llamó en un elocuente lapsus su patrón, a llamar con voz mesiánica a los politiqueros del pueblo para enfilarlos de nuevo en pos de esa política caduca en la que millones de colombianos ya no creemos. Como sucede ahora con Santos, en poco tiempo se verá a estos mismos que hoy le juran lealtad dándole la espalda al nuevo jefe. La foto decadente del uribismo nos muestra que ya es inminente el otoño del Patriarca.