7 razones para votar con más conciencia

Por Carlos Orlas/ Foto: S. Henao

1. Porque basta de que nos gobiernen mal. Y punto. Porque la conciencia es capaz de arrastrar multitudes proliferantes y generar otra opción de gobierno, nacida de la sed de transformar un estado de cosas podrido. 

2. Porque podemos ganar si al voto consciente le sumamos el voto joven. Ese coctel es al que más le temen los politiqueros apoltronados en el poder, pues son gente que no pueden engañar, a la que no convencen con saluditos de reina de belleza en las calles, ni con promesas de cambio. Ni siquiera con contratos que es otra forma de la artimaña y del soborno.

3. Porque los últimos alcaldes desde que tengo conciencia política, o sea los últimos 5, han tenido por industria la explotación del presupuesto público en desmedro de los más necesitados, haciendo obras mal planeadas (caso acueductos veredales, megacolegios, plaza de mercado, laboratorio de paz, carabineros…).

4. Porque reina la corrupción, que concebida en su etimología latina (corrumpere) significa estropear, estropearse. Y es que la politiquería y el clientelismo han estropeado la vida política: no son las ideas y la capacidad de gestión sino la lagartería y la conveniencia personal las que mantienen estables los gobiernos locales. Su gobernabilidad depende de las buenas relaciones con contratistas atentos a la subida de sus candidatos a quienes han patrocinado a cambio de permitirles desfalcar lo público. Todo impunemente porque las denuncias legales se diluyen en una especie de castillo kafkiano.

5. Porque el aparato burocrático-administrativo está cooptado por gente que solo sabe lamber los zapatos de su patrón, sin criterio administrativo técnico, en lo que Max Weber, estudioso del Estado, denominaba como burocratismo. Este, además, se alimenta de un tipo de legitimación del gobernante por su carisma y no por sus cualidades intelectuales y políticas.

6. Porque Girardota merece estar a la altura de ciudades y pueblos que han sabido hacerse respetar en las urnas. Es decir, es digna de un renacimiento político en el que las mayorías dejen de ser conducidas por la visceralidad del odio, del hambre, del miedo y de la mentira oficial. Por mucho que la actual alcaldía paute con publicistas, no podrá engañar a una multitud que reverbera en su sed de cambio. Gente que al menos lee, cuestiona, critica, no traga entero.

7. Porque llegó la hora de terminar con la gerontocracia, el gobierno de los viejos o de los jóvenes con mentalidad de viejos. Siendo el problema no la vejez sino el lastre de cargar con ideas caducas, confesionales y premodernas.  Por ejemplo, la idea de exaltar la memoria histórica de personajes como Pepe Sierra y al maestro Alberto Aguirre a través de estatuas. De Pepe Sierra basta su anecdotario de ricachón de pueblo, explotador de peones y ejemplo de vivacidad y “artimaña”, como lo exalta el mismo Vladimir Jaramillo en el evento público donde justificó el gastico en semejante esperpento.