Una calamidad pública

Por José David Hurtado 

A finales del periodo de lluvias que tuvimos en junio de este año, se produjo un desprendimiento de banca en el trayecto vial que comunica los municipios de Girardota con Guarne. Hoy, a finales de agosto, todavía estamos desconectados. Escribo este texto de opinión y denuncia como habitante de la vereda El Cano: indignado por la inacción del gobierno local. 

Los habitantes de cinco veredas de Girardota y algunas otras de los municipios colindantes sufrimos el flagelo de quedar incomunicados: trabajadores de empresas, madres sustitutas, juntas directivas, adultos mayores, enfermos, comerciantes, agricultores, entre otros quedamos con la esperanza de una solución rápida por parte de la administración municipal de Girardota. Y esta solución todavía no llega.  

Recapitulemos: a los pocos días del derrumbe se nos anunció que se subsidiaría el transporte de la parte alta, por medio de un transbordo, también que se había declarado una calamidad pública que permitiría el inicio de obras de manera rápida; esto, sumado a una reunión que tuvimos con el alcalde y el secretario de tránsito nos dio un aire de tranquilidad.

Con el pasar de las semanas, incluso algunos arriesgando su vida, seguimos pasando por el poquito de banca que aún subsiste, otros hacen su transbordo utilizando el vehículo que la alcaldía destinó para la parte alta (un vehículo tipo escalera o como es llamado comúnmente por acá, “la Chiva”). La problemática se va agravando y los operarios que solicitaron permisos especiales debieron buscar cómo solucionar o hasta dejaron de vivir en sus casas por una temporada, los adultos mayores debieron cancelar sus citas con especialistas pues los tiempos, las largas caminatas , la dificultad para montarse en la chiva y hacer transbordo no hace tan sencillo sus recorridos; las madres sustitutas del sector debieron  idearse la forma de llevar a sus niños al control y a la visita con sus padres…

Se acabó la espera de las semanas y ya comienzan la espera de los meses. Como otras muestras de lo ocurre, la presidenta de la vereda El Cano no tiene para contratar una moto que la lleve a las reuniones de la alcaldía, algunos que solo encontraban en el turismo y el hospedaje su sustento les tocó buscar otra alternativa porque ya no llegan los visitantes. Sabemos que es temporal, pero las obligaciones mensuales no dan espera, los negocios al costado de la vía bajaron sus ventas y el panorama es desalentador.

Se cumplieron dos meses con una discontinuidad en la vía.  El descontento de todos los actores del territorio es alto, pues se nos dio una esperanza de pronta solución, se declaró una calamidad pública que quedó en el papel, al menos hasta este momento. 

Por todo esto me pregunto, ¿no conocen el territorio… o no les importa? En estas cinco veredas tenemos múltiples actividades que necesitan de una movilidad libre porque del campo ya no nos da para vivir, si esto fuera en época electoral ya tendríamos colectivos en la parte de encima, agentes de tránsito en el sector, drones sobrevolando, un CAI móvil y hasta un puente militar instalado.

Para terminar, les cuento que aparte de la desmotivación que existe por las actividades agropecuarias (de los que nos consideramos campesinos y que aún nos rehusamos a dejar la tierra) hoy debemos sumarle la dificultad para ir a vender los productos, la dificultad para llevar abonos y concentrado… 

¡Como todo en este país, lo malo lo debemos afrontar en las zonas rurales! 

¡Cuánto más vamos a esperar los habitantes de las veredas orientales como El Cano, El Yarumo, El Palmar, La Calera y Encenillos para volver a la normalidad!

 ¿Cuántos meses pasarán de una declaración pública que quedó en el papel?