UN AÑO DE PUEBLO

Editorial

Exactamente hace un año abrimos este blog, que se ha venido transformando desde entonces y donde hemos venido haciéndole seguimiento a muchos temas del acontecer local. Nunca hemos pensado que tengamos la última palabra, ni hemos puesto nuestra plabra al servicio de causas que no creamos públicas, sin discriminar. 

La breve aparición en las calles y veredas del PUEBLO ha sido fructífera, pues hemos confirmado y aclarado situaciones que de otro modo nadie aclararía ni confirmaría, por lo menos públicamente, dada la costumbre natural al comentario sin confirmar y al correo de brujas (otro modo de decir chismorreo).

Nosotros estamos contra el chismorreo, lo demuestra el hecho de que nadie ha podido iniciar un proceso legal contra nosotros, como han amenazado, aún cuando hayamos ventilado asuntos muy delicados, no sin investigación.

Seguiremos haciéndolo así, pues no había quién mantuviera al pueblo informado, independientemente de las instituciones. Independencia que nos resulta fundamental.

Los medios esperan que su trabajo genere cambios significativos en la sociedad y con frecuencia lamentamos la lentitud con que estos cambios llegan, pero es una virtud la paciencia. 
Aunque no podemos medir del todo el impacto que tiene un periódico sobre la opinión pública, sí vemos que la sola existencia de un medio de comunicación independiente invita a  practicar nuevos valores,  puesto que ha visto como los viejos valores o comportamientos son  descalificados. 
Quede atrás la sociedad de la indolencia y el individualismo y venga esa otra sociedad plural, diversa, donde sea posible el disenso y la crítica, y donde el ciudadano asuma cada vez con más seriedad su rol dentro de una “democracia”.

Por ahora, lo de “democracia” es una buena idea, respaldada por la ley, porque en la realidad el poder parece tener rostros más sutiles: mercado, capital, neoliberalismo,  formas de ejercer control sobre la población, saltandose sus reales necesidades y penurias, saltándose sus palabras.  

Así es como llega a parecer natural el lucro personal y de clase por encima del bienestar social, entendido este como el bienestar de unos pocos.

Es ya el tiempo de los muchos, el 99% que no puede pasear en el extranjero, ni salir del pueblo en su propio automóvil.  Los siempre excluídos, los sin voz, los impotentes, los indignados, los incómodos. Es nuestro tiempo y estas son nuestras palabras.