Foto: Marcela B. |
Por Adelaida Nikolayeva
Las medidas económicas y represivas que tomó el gobierno
colombiano el fin de año y el que comienza, son un agravio directo contra los
sectores más pobres del país y contra la oposición política. Al irrisorio
incremento del salario mínimo le siguió el aumento a los precios de los
combustibles. Son decisiones que afectan, sin la menor duda, los bolsillos de
los hogares colombianos haciendo aún más costosa la canasta familiar y más
miserable la vida para la mayoría de ciudadanos.
A la ofensiva económica, se suma la destitución y muerte
política del alcalde de Bogotá Gustavo Petro, decretada por el procurador
Alejandro Ordoñez, quien se ha convertido en un verdadero obstáculo para la
paz. Se suma la persecución contra los dirigentes políticos de Marcha
Patriótica y del movimiento popular en su conjunto, como es el caso de
Francisco Toloza, miembro de la Junta Patriótica Nacional y profesor
universitario, detenido el sábado 4 de enero y hoy un preso más de conciencia,
entre los 9.500 que purgan condenas por cometer el delito de asumir la voz de
la oposición. Lo anterior significa que una paz basada en justicia social y
apertura democrática que habilite la participación política y el derecho a
ejercer el poder sin cortapisas ni represión de la oposición, sigue siendo por
ahora una quimera. Demuestra, por otro lado, el carácter antidemocrático y
guerrerista de un gobierno que posa de democrático pero que en la práctica
vulnera los más elementales derechos políticos y libertades ciudadanas.
El gobierno arbitrario de Juan Manuel Santos, reconocido
por su afinidad con los intereses de las multinacionales y los gremios que
dominan la economía del país, jugó bien sus cartas desde el insignificante
aumento del 4.5%, ($884 diarios) del salario mínimo, que no ayudará a acabar la
inequidad social. Por el contrario, en materia salarial nos pone en el nivel de
Haití y Honduras convirtiendo a Colombia en una completa vergüenza continental.
Cómo será de irrisorio el aumento del mínimo que hasta un neoliberal vehemente
como Álvaro Uribe Vélez lo considera bajito; y un aliado de los gremios
económicos y del gobierno como Julio Roberto Gómez de la CTC lo considera lejos
de las expectativas de los trabajadores.
Al insignificante aumento de $26.500 mensuales,
estableciendo un salario mínimo de $616.000, le siguió el incremento del costo
de combustibles en $120 el galón de gasolina y en $92 el de ACPM, así como la
subida en el costo de la cuota moderada en salud, el reajuste en las tarifas
notariales y el aumento en los peajes que opera el Instituto Nacional de Vías.
No contento con su contribución al gran capital y a sus
socios oligarcas, la eliminación política de la oposición, los asesinatos y las
detenciones arbitrarias y montajes judiciales contra dirigentes políticos tanto
de Marcha Patriótica y del movimiento popular continúan en todo el país. En los
escasos años de vida de Marcha han sido asesinados 25 de sus activistas y
decenas más han sido encarcelados con base a montajes judiciales amañados, como
en el caso de Huber Ballesteros, dirigente y vocero nacional, y ahora de
Francisco Toloza. ¿Qué cosa distinta podemos concluir tras el reciente
asesinato el 4 de enero de Ever Luis Marín Rolong, líder sindical de la CUT y
quien laboraba en la empresa Cervecería Águila en Soledad, Atlántico? Que hay
una política sistemática y criminal desde el gobierno apoyado en las
instituciones del Estado como la Procuraduría y sus históricos aliados
paramilitares, y que se expresa en la guerra sucia contra la oposición, los
sindicalistas, los defensores de derechos humanos, estudiantes, campesinos,
indígenas, etc.
La dura ofensiva que enfrenta el movimiento social
y político por el cambio en Colombia, en el contexto de los diálogos de la
Habana hacia una paz con justicia social y en medio de elecciones, llama a
ampliar y profundizar la resistencia contra los ataques que lleva a cabo este
gobierno con más movilización y lucha, con más unidad dentro de la
izquierda, con más construcción y organización del movimiento social y popular.
Este año 2014 tendrá, quizás, una connotación histórica
mayor que el anterior a partir de las conquistas que logremos por medio de la
lucha y el ejercicio de la oposición política. Pero también por la capacidad
que demostremos en generar la más amplia y profunda unidad que nos lleve a
ganarle terreno a la ultraderecha empotrada en instituciones del Estado,
empeñada en continuar la guerra y en imponer un modelo económico que no
garantiza una vida digna para la inmensa mayoría.
Ese es el gran reto del movimiento social y
político en Colombia. Y ello demanda claridad política. ¿Cuál es el rumbo?
Entender acertadamente el tipo de coyuntura que enfrentamos. De un lado, la
defensa de la democracia, de lo público; la campaña y agitación electoral
que nos permita posicionar verdaderos y consecuentes representantes de
izquierda en el parlamento, sin hacernos ilusiones de que esa es la solución a
los grandes problemas del país; y del otro, jalonar grandes movilizaciones,
paros y huelgas que sirvan de contención a la ofensiva represiva y económica
del gobierno. Pero para lograr dichos propósitos, se requiere de firmeza y
coherencia ideológica que permita garantizar una adecuada acción política.
No basta un frente amplio para la lucha electoral, aunque
es importante como medio para conquistar espacios de representación política en
el Congreso y la Cámara, dos instituciones completamente deslegitimizadas,
corruptas y al servicio de un viejo modelo económico y político. También es
fundamental, quizás más, continuar con la protesta y movilizaciones que
canalicen el gran descontento que hoy existe en el campo popular, quien sufre
en carne propia la ofensiva del modelo neoliberal y su paquete económico que
llevarán a encarecer más la vida. Situación que terminará, con gran
probabilidad, por agotar la paciencia de amplios sectores populares, los cuales
con una acertada táctica, podrían llevar a un estallido social sin precedentes.
Esa es hoy la situación de trasportadores y propietarios de vehículos; de los
campesinos a quienes les han incumplido la mayoría de demandas levantadas
durante el Paro Nacional Agrario y Popular; de los estudiantes que ven como se
diluye la posibilidad de una educación gratuita, de calidad y universal; de los
trabajadores de la salud que luchan por modificar el actual modelo de salud en
manos de privados y terceros que lo arruinaron; y de una inmensa capa de la
población que siente que de nuevo la engañan y le mienten al tiempo que la
castigan con decisiones económicas que no contribuyen a tener una vida digna y
de calidad sino más miserable.
No hay tiempo para vacilaciones, 2014 será un año de
grandes movilizaciones y lucha popular, único camino hacia la paz con justicia
social, estable y duradera, y hacia el fin del conflicto armado. Le corresponde
al movimiento social y político, junto a amplios sectores populares asegurar
desde la resistencia y movilización la apertura democrática y la participación
política en condiciones de igualdad y sin la amenaza del exterminio de la
oposición: si queremos dar otro salto hacia el cambio histórico que reclama
Colombia. ¡No hay Marcha atrás!
1 comments:
Educación gratuita sin empresas que paguen los impuestos?? de donde saldrá la plata para que el estado nos de todo gratis si se acaban las actividades económicas dado que el rico es malo?? quien dará el trabajo?? bonito modelo económico; cada familia con una vaca y los niños analfabetas viviendo en ranchos sin luz ni agua porque empresas públicas de Medellín también debe morir??
Estoy de acuerdo en que se necesita igualdad, pero para lograrla hay que tener un modelo, no simplemente proponer salir a protestar o tirar veneno en artículos como este... El presidente Santos desde Anapoima con su wisky y sus amigos políticos no va a proecuparse por solamente unas protestas... no han servido para nada!!
Esta es la izquierda mal enfocada.
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