1 may 2012

Los juegos del lenguaje


TRES MINUTOS CON EL IDIOMA
Por Nelo Solo

Cita 1: “Anónimo dijo... Se entiende por chimenea ‘madera que arde y su humo se riega por la zona’; pero qué madera para hacer daño, perdón, qué manera de hacerles daño a los demás...” febrero 22, 2012 10:38 PM

Comentario en “Alcaldía aclarará situación del tiquete estudiantil”. Pueblo. La chimenea informativa de Girardota, chimeneainformativa.blodspot.com


Cita 2: “De nada sirve decir ciudadanos y ciudadanas si a ellas les siguen pegando más y pagando menos en virtud de su sexo”.
Ruiz-Navarro, Catalina. “Todos, todas, todes”. elespectador.com 21 de marzo de 2012.


Al margen de que el autor de la cita 1 confunda la parte –los comentarios de los lectores– con el todo –los artículos de Pueblo– (falacia metonímica), dos reconocimientos es necesario hacer: el primero, que ciertamente ‘chimenea’ es una metáfora en la que ‘humo’ es remplazado por información y el verbo reflexivo ‘regarse’ es remplazado por esparcirse; el segundo reconocimiento tiene que ver con el hábil manejo de los sustantivos ‘madera’ y ‘manera’. Cuando el emisor juega con los segmentos de una palabra, mediante la alternancia (la d y la n de madera/manera y la a y la e de los gerundios pagando/pegando), para producir efectos de sentido especiales, se despliega la función poética del lenguaje.

Recordemos que fue Roman Jakobson (Lingüística y poética, Madrid, Cátedra, 1983) quien postuló la función poética del arte verbal. Textualmente dijo: “La función poética proyecta el principio de la equivalencia del eje de la selección sobre el eje de la combinación […] La selección tiene lugar con base en una equivalencia: similitud, desigualdad, sinonimia, antonimia; mientras que la combinación -el entramado de la secuencia- se basa en la proximidad […] La equivalencia se convierte en el recurso constitutivo de la secuencia”. La función poética del acto verbal no es homologable al género literario llamado poesía. Así lo subraya Jakobson: “Cualquier intento encaminado a reducirla [la función poética] a poesía, o viceversa, constituiría una forma engañosa de simplificar las cosas al máximo” –p. 37– y “El estudio lingüístico de la función poética debe sobrepasar los límites de la poesía, y, por otra parte, el análisis lingüístico de esta no puede limitarse a aquella” –p. 39–.

En la función poética del lenguaje está la base de los juegos del lenguaje. Producciones discursivas desde la frase hasta la composición breve en prosa exhiben ese grado de creatividad e innovación que aquí se denomina función poética. Con una leve modificación, la frase de la cita 1 deviene poética (armónica, estética, eficaz): ‘¡Qué madera para hacer daño, qué digo, qué manera de hacerles daño a los demás!’. Lo mismo puede decirse de la frase de la cita 2, asumiendo que el pronombre personal ellas subsume el sexo (género) femenino: ‘De nada sirve decir ciudadanos y ciudadanas si a ellas les siguen pegando más y pagando menos’.

La discursividad cotidiana está llena de juegos de lenguaje, en los que se proyectan equivalencias entre sonidos simples (vocales y consonantes, como en las citas 1 y 2) Los chistes de salón son ejemplo de ello: que un preso le pregunta a otro que porqué esta privado de la libertad, a lo cual le responde que por culpa de una vocal, porque si en vez de haber hecho una estafa hubiera hecho una estufa…; o que un tipo decidió suicidarse poniendo una bomba en la pata de su cama y que cuando llegó al cielo le preguntó a san Pedro que si se había volado los sesos, a lo cual le contestó que los sesos no, las esas… Igual cosa sucede en tengo un hombre atrás por tengo un hambre atroz; la siguiente caricatura de Matador explota el juego de vocales a x o en hambre:

Corrección


La dislocación (permutación) de sílabas también es ilustrativa de tales efectos humorísticos, como en se me lengua la traba por se me traba la lengua, píseme la panza por páseme la pinza, están de cojí pipidos por están de pipí cogidos (muy amigos) y al capo no lo perran dos veces por al perro no lo capan dos veces; nótese que en los cuatro ejemplos el verbo se desplaza al sustantivo, y viceversa.

Un juego de lenguaje muy recurrido en Colombia, especialmente por el humor bogotano, es el calambur. Se trata de camuflar (encapsular) un idea dentro de otra, mediante la juntura o separación silábica. El ejemplo clásico de este dispositivo lingüístico es la apuesta ganada a un amigo por el poeta Quevedo, quien apostó decirle a la reina de España que ella era coja; para lograrlo le llevó dos ramos de flores, y le dijo: “Entre el clavel y la rosa su Majestad escoja”. Otros ejemplos de calambur son: voy a mi arbolito; orinitica vuelvo; vayamos a bailar donde Estela…donde esté la puerta abierta; gracias…las del mico; prohibido pegar a Nuncios (cuando la toma de la embajada dominicana). El calambur colombiano se parece, en la forma, al albur mexicano, con la diferencia de que el albur casi siempre alude a referentes sexuados.

Algunos recordarán el programa radial humorístico “La escuelita de doña Rita”. La llamada a lista era precisamente una lista de calambures: Abraham Tirado Bueno, Aidé Mora, Angélica Galindo, Aquiles Cuesta Caro, Armando Paredes, Cebelinda Parada, Celia Granda de Alegría, Cimelemón Tolomeo, Lesvia Ana Bocanegra, Lastenia Rojas, Lía Prieto Rico, María Dolores de Barriga, Mary Cano, Marisol Paniagua, Mónica Correa, Omaira Pérez Ossa, Porciúnculo Moreno, Zoila Bacca del Toro... El filólogo José Joaquín Montes en “Semántica y humorismo” (Estudios sobre el español de Colombia, Bogotá, ICC, 1985) explica cómo y porqué “la equivalencia se convierte en el recurso constitutivo de la secuencia”, a partir de lo dicho más atrás por Jakobson.    
 
Otros juegos de lenguaje exhiben ya cierta complejidad semántica, pero siguen siendo creatividad de la llamada poética popular. Muestra de ello son los términos amigovio y movio, de uso pueblerino; hermafrodita: co-presencia de los dioses Hermes y Afrodita; motel: acrónimo de Motorist Hotel; Aguilán, el gallo de Mejía Vallejo: concurrencia de águila y gavilán; y Guaviare, confluencia de los ríos Guayabero y Ariari.

Entre los casi mil comentarios a los artículos de Pueblo hay muchos como el de la cita 1: elaborados, amigables, elegantes y poéticos. Lástima que Pueblo: la Chimenea informativa de Girardota hubiera tenido que recurrir a la siguiente nota exhortativa: “Que su comentario sea anónimo no lo exime de responsabilidades legales. Evite la injuria y la calumnia o atentar contra el buen nombre de las personas”. ¡Juego limpio, señores!  


1 comments:

Anónimo dijo...

Este artículo me recordó lo mucho que me gustan los juegos de palabras, y lo malo que soy para inventarlos. Gracias Nelo por Tres Minutos con el Idioma.