En el parque principal del pueblo
del Señor Caído hay un hombre ilustre que día y noche observa con mirada de
piedra a los transeúntes, chirrincheros, ancianos y palomas que habitan el
lugar. A pesar de que es un personaje famoso, reconocido nacional e
internacionalmente por su buena labor como presidente, la mayoría de los
girardotanos, a excepción, quizás, de los más viejos, ignoran que el busto que
reposa sobre el trono de cemento gris continuo al quiosco nuevo tiene un nombre
y una historia. Ensueño que esa es la causa de la expresión preocupada del estático
rostro de Enrique Olaya Herrera. No sé si es por descuido o por precaución,
pero en la base del torso del liberal no hay inscripciones, ni fechas, ni
apellidos.
“Ese busto parece que lo montaron
como en el 42”, comenzó a relatar el historiador Juan de Dios en la improvisada
tertulia que fue para los presentes, León Hernández y Leticia Osorno, una
oportunidad para hablar con nostalgia del poblado de antaño, y para mí, una
foránea acogida fraternalmente por el municipio, el momento preciso para
aprender sobre la historia política de Girardota y para intentar asimilar,
olvidando los prejuicios de citadina, cómo es que funcionan las cosas en un
pueblo.
La estatua vaciada en cemento fue donada por Raúl Hernández Mesa y
Onovio Londoño, ambos militantes del Partido Liberal. Después de la muerte de Gaitán en
abril de 1948, las disputas entre
liberales y conservadores generaron una ola de violencia en todo el país, y
Girardota no se salvó. En las noches, los conservadores, que aún hoy son
mayoría en el pueblo, le colocaban gorras y ponchos azules o cuzcas de cigarrillos
al busto de Olaya Herrera, y al otro día en la mañana los liberales se
enfurecían y exclamaban “¡Godos hijuetantas!”. Los sábados por la noche y los
domingos en las tardes eran los días predilectos para las disputas políticas.
“Aquí no arrancaban cabezas, pero sí hacían planchazos”, recuerda el viejo
Raúl. Entre copas y consignas, los hombres afiebrados por dos partidos políticos,
cuyos caudillos hoy en día se estrechan las manos, juraban fidelidad a las
banderas roja y azul.
Cuando estaba de alcalde el
conservador Carlos Jaramillo Vieira, y las peleas en el pueblo por la estatua
de Olaya se hacían cada vez más absurdas y más constantes; los godos Belisario,
Pablo y Toño, sin mencionar apellidos para no herir susceptibilidades, decidieron
arrancar el problema de raíz. Le ofrecieron a “Balazo”, un liberal que estaba
en la cárcel por borracho y peleador, la libertad a cambio de tumbar el
polémico busto. Sin más testigos que los cómplices de tal fechoría y la negrura
de la noche sin alumbrado público, “Balazo” derribó el torso de Enrique Olaya
Herrera sin que éste se quebrara, y lo arrastró, con ayuda de la volqueta
modelo 46 de Pepito, por toda la calle sexta, que en ese entonces era
empedrada, hasta la carretera y finalmente lanzó la cara grisácea desde el
puente de la entrada de Girardota al río Medellín.
Al otro día, al ver los liberales
el pedestal sin el ex Presidente, inundaron las calles con banderas rojas,
vituperios a los godos y hurras a Olaya Herrera. Tres días después, augurio del
pueblo sin memoria, los girardotanos olvidaron el suceso.
Años más tarde, Narciso Sierra, oriundo de Girardota y liberal, encontró la estatua de Olaya durante una excavación en
el río Medellín y la guardó en su finca de la vereda La Palma. Fue todo un
descubrimiento para los aficionados al partido rojo que creían perdido el
monumento. Los
liberales del municipio sacaron el busto y lo exhibieron sobre una mesa con
mantel rojo en el Palacio Municipal. Después, en una de las tantas
remodelaciones del parque principal, fue construida una de las tantas bases sobre las que ha reposado el rostro de
ceño fruncido y sonrisa de mona lisa que, hasta el sol de hoy, vigila como
incógnito -sin inscripciones, sin apellidos y sin fechas- a los católicos que
van a misa, a los borrachos que reciben los primeros rayos del sol sentados en una banca y a los enamorados que atraviesan el parque cogidos de
la mano.
4 comments:
excelente! me resuelve muchas dudas...
tambien esta estatua fue bañada con pintura en una de esas noches solitarias, por el sectario godista JAIME ROJAS que es uno de los escoltas de FERNANDO ORTIZ, este señor rojas es de lo peor para hacer politica en Girardota, pasquinero y disociador es falso
Bueno pero eso de que soy liberal o conservador, eso es historia puesto que esos colores se destinieron por la ambicion de poder y dinero, por que en el pueblo hay muestra de eso y si miren a Alfonso Gutierrez, Luis Carlos Arenas, los Pizas, Joaquin Burro y otros más que apoyanron la campaña concervadora de Martin a la alcaldia y la Gobernacion de Alvaro Vasquez que es goda 100%.
muy bonita crónica, eso de arrojarlo al río y luego rescatarlo... parece Macondo y no girardota.
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