2 dic 2011

Los senderos peatonales


 Por Víctor Villa Mejía
“Caminante no hay camino: se hace camino al andar”
                                                       Antonio Machado

Otrora, a las salidas a la veredas de los pueblos se les llamaba calles muertas. Tal vez muertas para el comercio y para los lugareños de dedo parado, quienes pertenecían al marco de la plaza. Tal vez muertas porque sus habitantes, en ese entonces, no tenían radio, ni televisor, ni equipo de sonido: eran campesinos pobres que por donde entraban al pueblo compraban un solarcito y ahí construían su rancho.

     Ahora esas mismas calles son vivas, concurridas y agitadas. Además de vivas, son territorio de roce entre peatones, motos y carros. Además de concurridas, muestran una cierta promiscuidad imputable al conflicto entre sus usuarios naturales: caminantes y automotores. Además de agitadas, exhiben alguna nostalgia por su nombre antiguo ya que a cada momento y a toda hora la muerte bajo ruedas acecha a escolares, marchantes y veredales.
     Girardota tiene seis salidas veredales: a Mangarriba, a El Barro, a Jamundí, a El Totumo, a San Diego y a La Estación. Al hablar de los marchantes de cielo abierto, me referiré a las cuatro primeras; al hablar de los obreros que terminan su turno, me referiré a la quinta; y al hablar de los promesantes, me referiré a la sexta salida.
     Magarriba, El Totumo, El Barro y Jamundí son los caminos preferidos por los caminantes. La topografía en ascenso de Mangarriba y El Totumo es óptima para los deportistas jóvenes y sus perros acompañantes; El Barro y Jamundí, por su topografía plana y recta, es ideal para personas de la tercera edad y jóvenes que ven en el caminar una fuente estética diferente a los asfixiantes gimnasios. Pensando en ambos caminantes, y específico en los de la salida a Mangarriba, la administración del Condominio Villalegre envió a la Secretaría de Infraestructura Municipal, el 26 de octubre de 2009, una solicitud de construcción de andén peatonal cuya motivación se sintetizaba en el siguiente párrafo: “La solicitud en mención obedece a que hemos sido testigos del gran peligro que corren los peatones (estudiantes, deportistas, trabajadores, caminantes, etc.) que se desplazan diariamente a pie en ambos sentidos, teniendo que tirarse hacia el barranco cuando se encuentran dos vehículos en el tramo descrito; además de la gran cantidad de motocicletas que se desplaza continuamente por el sector, poniendo en peligro la vida de muchísimas personas y generando permanentes de accidentes viales”.
     Lo anterior es válido para las seis salidas, cambiando barrancos por alambradas o pequeños precipicios. La salida a San Diego tiene una particularidad: los escasos obreros de la industria girardotana han perdido el transporte a sus veredas, los unos; o necesitan ir al pueblo a hacer alguna vuelta, los otros. Cansados y exhaustos se les ve torear automotores de cualquier tamaño que van y vienen a toda velocidad sin que sean sancionados por las cámaras disciplinadoras. Para ellos, la construcción de andenes peatonales desde el Cristo hasta Inter-Quím (a no ser que a Expreso Girardota le dé la bendita gana de modificar la ruta dos para que entre por Nacederos) o desde Nacederos hasta Inter-Quim es un tema de seguridad industrial, en lo cual la Administración Municipal puede gestionar ante las gerencias de las empresas implicadas, para la cofinanciación de los senderos peatonales.
     La salida a La Estación encarna una problemática distinta. Por cuanto los andenes ya existen, no se trata de discutir si se hicieron para los lugareños o para los romerantes de nuestro Santuario. El caso es que los andenes quedaron mal hechos, porque se omitieron las cunetas entre el pavimento y el andén: esa es la razón por la cual el carretero permanece casi siempre encharcado y los pocos caminantes sean damnificados de baños indeseados con agua lodosa sobre el vestuario cuidadosamente lavado y planchado (¿qué hace uno con su ropa chisgueteada de pantano, tan lejos de la casa?). Cuando se construya la doble calzada La Estación – El Cristo, ese error no podrá volverse a cometer.                      
     Dos discusiones quedan pendientes: en las calles del pueblo ¿de quién son las aceras); en las salidas a las veredas ¿a quién compete la construcción de senderos peatonales? Sobre lo primero, las aceras no son de los propietarios de las casas; son espacios públicos, tal como lo legitimó la Administración Municipal con el proyecto acerización con el cual se puso fin a la alcahuetería de destruir la acera en beneficio de “mi” carro. Sobre lo segundo, Juliana Betancur (“Los autogoles de Girardota”, Pueblo, 21 de setiembre de 2011, chimeneainformativa.blogspot.com) en parte tiene razón: “Para que el adulto mayor y algunos jóvenes den vueltas en la mañana y en la tarde ‘el campo esta[ba] bien’…”. Este texto presume que no todo está bien en los caminos que se han señalado y que la salud de los caminantes está en juego, tal como lo sentencia la habitante de Mangarriba, por la carencia de senderos peatonales. 


1 comments:

Anónimo dijo...

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