“Caminante
no hay camino: se hace camino al andar”
Antonio Machado
Otrora, a las
salidas a la veredas de los pueblos se les llamaba calles muertas. Tal vez
muertas para el comercio y para los lugareños de dedo parado, quienes
pertenecían al marco de la plaza. Tal vez muertas porque sus habitantes, en ese
entonces, no tenían radio, ni televisor, ni equipo de sonido: eran campesinos
pobres que por donde entraban al pueblo compraban un solarcito y ahí construían
su rancho.
Ahora esas mismas calles son vivas,
concurridas y agitadas. Además de vivas, son territorio de roce entre peatones,
motos y carros. Además de concurridas, muestran una cierta promiscuidad imputable
al conflicto entre sus usuarios naturales: caminantes y automotores. Además de
agitadas, exhiben alguna nostalgia por su nombre antiguo ya que a cada momento
y a toda hora la muerte bajo ruedas acecha a escolares, marchantes y veredales.
Girardota tiene seis salidas veredales: a
Mangarriba, a El Barro, a Jamundí, a El Totumo, a San Diego y a La Estación. Al
hablar de los marchantes de cielo abierto, me referiré a las cuatro primeras;
al hablar de los obreros que terminan su turno, me referiré a la quinta; y al
hablar de los promesantes, me referiré a la sexta salida.
Magarriba, El Totumo, El Barro y Jamundí
son los caminos preferidos por los caminantes. La topografía en ascenso de
Mangarriba y El Totumo es óptima para los deportistas jóvenes y sus perros
acompañantes; El Barro y Jamundí, por su topografía plana y recta, es ideal
para personas de la tercera edad y jóvenes que ven en el caminar una fuente
estética diferente a los asfixiantes gimnasios. Pensando en ambos caminantes, y
específico en los de la salida a Mangarriba, la administración del Condominio
Villalegre envió a la Secretaría de Infraestructura Municipal, el 26 de octubre
de 2009, una solicitud de construcción de
andén peatonal cuya motivación se sintetizaba en el siguiente párrafo: “La
solicitud en mención obedece a que hemos sido testigos del gran peligro que
corren los peatones (estudiantes, deportistas, trabajadores, caminantes, etc.)
que se desplazan diariamente a pie en ambos sentidos, teniendo que tirarse hacia
el barranco cuando se encuentran dos vehículos en el tramo descrito; además de
la gran cantidad de motocicletas que se desplaza continuamente por el sector,
poniendo en peligro la vida de muchísimas personas y generando permanentes de
accidentes viales”.
Lo anterior es válido para las seis
salidas, cambiando barrancos por alambradas o pequeños precipicios. La salida a
San Diego tiene una particularidad: los escasos obreros de la industria
girardotana han perdido el transporte a sus veredas, los unos; o necesitan ir
al pueblo a hacer alguna vuelta, los otros. Cansados y exhaustos se les ve
torear automotores de cualquier tamaño que van y vienen a toda velocidad sin
que sean sancionados por las cámaras disciplinadoras. Para ellos, la
construcción de andenes peatonales desde el Cristo hasta Inter-Quím (a no ser
que a Expreso Girardota le dé la bendita gana de modificar la ruta dos para que
entre por Nacederos) o desde Nacederos hasta Inter-Quim es un tema de seguridad
industrial, en lo cual la Administración Municipal puede gestionar ante las
gerencias de las empresas implicadas, para la cofinanciación de los senderos
peatonales.
La
salida a La Estación encarna una problemática distinta. Por cuanto los andenes
ya existen, no se trata de discutir si se hicieron para los lugareños o para
los romerantes de nuestro Santuario. El caso es que los andenes quedaron mal
hechos, porque se omitieron las cunetas entre el pavimento y el andén: esa es
la razón por la cual el carretero permanece casi siempre encharcado y los pocos
caminantes sean damnificados de baños indeseados con agua lodosa sobre el
vestuario cuidadosamente lavado y planchado (¿qué hace uno con su ropa
chisgueteada de pantano, tan lejos de la casa?). Cuando se construya la doble
calzada La Estación – El Cristo, ese error no podrá volverse a cometer.
Dos discusiones quedan pendientes: en las
calles del pueblo ¿de quién son las aceras); en las salidas a las veredas ¿a
quién compete la construcción de senderos peatonales? Sobre lo primero, las
aceras no son de los propietarios de las casas; son espacios públicos, tal como
lo legitimó la Administración Municipal con el proyecto acerización con el cual
se puso fin a la alcahuetería de destruir la acera en beneficio de “mi” carro.
Sobre lo segundo, Juliana Betancur (“Los autogoles de Girardota”, Pueblo, 21 de setiembre de 2011,
chimeneainformativa.blogspot.com) en parte tiene razón: “Para que el adulto
mayor y algunos jóvenes den vueltas en la mañana y en la tarde ‘el campo esta[ba]
bien’…”. Este texto presume que no todo está bien en los caminos que se han
señalado y que la salud de los caminantes está en juego, tal como lo sentencia
la habitante de Mangarriba, por la carencia de senderos peatonales.
1 comments:
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