Patrimonio en Girardota

Por Benjamín Johnson

Arquitecto

Diplomado en protección Patrimonial

Un amigo me abordó en días pasados y tuvimos una interesante charla sobre patrimonio, a raíz de las reformas que han estado haciendo en locales que dan frente al parque principal, y me pidió que escribiera un artículo para publicar. Aunque no soy muy dado a este tipo de cosas, pues me cuesta escribir, soy más de hablar, aquí va mi intento.

Según el diccionario Larousse, Patrimonio es lo que se hereda del padre o de la madre, sin embargo hay otra acepción: lo que pertenece a una persona o cosa. Patrimonio nacional, es la totalidad de los bienes de la nación.

Lo que se hereda no siempre es bueno, a veces pueden ser deudas u objetos que no nos son útiles, pero en otros casos puede ser realmente bueno como dinero, propiedades, etc. Esta valoración la da el interés de quien recibe lo heredado. También es prudente anotar que nosotros estamos construyendo el patrimonio de nuestros herederos y por tanto es un compromiso con las generaciones que nos sucederán.

Partiendo de esta base podemos decir que el patrimonio municipal es la totalidad de los bienes que pertenecen al municipio. ¿Y de quién son estos bienes? Pues de los dueños del municipio, que somos todos los miembros de esta sociedad que se denomina municipio de Girardota. Somos miembros de esta sociedad porque pagamos impuestos para que se mejore nuestra calidad de vida.

El patrimonio de Girardota, que nos pertenece a todos, es algo que debemos valorar para reconocer lo que recibimos en herencia de nuestros antepasados. Y este patrimonio es de carácter material – como los edificios públicos, la infraestructura de servicios públicos, el espacio público, el área que comprende el municipio, etc.- o de carácter inmaterial: los valores, la religión, el idioma, la cultura en todas sus expresiones: manera de ser, gustos, calidad humana, expresiones artísticas, capacidad de trabajo, etc. Elementos que a través del tiempo conforman lo que se denomina la historia, la cultura o la memoria de un conglomerado social como el nuestro.

Dentro de los bienes materiales mencionamos edificios públicos, pero también debemos mencionar los demás edificios, patrimonio de propiedad privada, que terminan por crear en su conjunto el municipio de Girardota. También mencionamos el espacio público, que lo conforman las calles, los parques, los puentes, el paisaje, los sitios de recreación y deporte y en general todo aquel espacio destinado para uso de la comunidad, bien sea de libre acceso, o con restricciones de uso como la iglesia, las escuelas y colegios, el mercado, los escenarios deportivos, el teatro, la terminal de transporte, etc.                                                                           

La valoración de todos estos bienes los da quien los recibe, como ya mencionamos, pero esto está matizado por la calidad de apropiación que tengamos de ellos. Si no nos sentimos dueños del parque, de las calles o del paisaje, no le daremos la adecuada valoración que este bien debe tener. Si no le damos la adecuada valoración, no nos importará el estado en que se encuentren, y no nos importará si está o no limpio, en ruinas, carente de un adecuado amueblamiento, o no cumple adecuadamente con el fin para el cual fue concebido. Y, por supuesto, nuestro comportamiento en estos espacios públicos estará matizado no solo por la apropiación que hagamos de ellos, sino por la calidad de la educación de los miembros de la comunidad en el comportamiento de respeto por los demás, pues son tan dueños los otros, como nosotros mismos.

Como comunidad, nombramos un grupo de personas para que se encarguen de dirigir las políticas para el bienestar de todos de manera equitativa y para que reglamenten y vigilen no sólo el comportamiento colectivo, sino también el comportamiento individual en cuanto al uso del espacio público y para que el uso del espacio privado no agreda y deteriore la convivencia entre los ciudadanos, ni deteriore el patrimonio colectivo.

Bajo esta premisa, es obligación del gobierno municipal, la adecuada reglamentación no solo del uso del espacio público sino también de su cuidado, porque es el patrimonio de la comunidad que los eligió para esta tarea. También es su obligación la educación de la comunidad para alcanzar niveles de comportamiento y de convivencia que permitan mejorar la calidad de vida de los habitantes de Girardota y se convierta en un atractivo para extraños que quieran compartir con nosotros este bienestar.

Con todo este preámbulo, no es comprensible que se permita la construcción de edificios que con su altura van a eliminar la vista desde el parque hacia el paisaje de las montañas que rodean el municipio. No es comprensible que se permita el deterioro del espacio urbano eliminando elementos de su memoria cultural con reformas en las que desaparecen no solo edificaciones que conforman las fachadas del parque principal, sino los elementos de estas fachadas como puertas, ventanas, chambranas en macana y sustituirlas por elementos que representen un mal llamado “progreso”.

No es comprensible el uso de vehículos dentro del parque principal creando un verdadero riesgo para las personas, muchas veces manejados por agentes de policía que no respetan el uso peatonal de este espacio. No es comprensible el uso de los árboles, en especial de las palmas, para colgar publicidad y arreglos navideños que maltratan y aún dejan sus huellas de cicatrices y de óxido.

 No es comprensible el uso de vallas publicitarias oficiales dentro del parque principal. No es comprensible la carencia de andenes en las calles para garantizar la seguridad de los peatones. No es comprensible la agresividad de los conductores de vehículos, en especial de motos, en contra de sus conciudadanos y vecinos. Y muchos otros “no comprensibles” comportamientos que nos alejan de una convivencia pacífica y de bienestar.

El espacio público por excelencia en el municipio es el parque municipal -comparado con una casa sería la sala de recibo del municipio- donde se concentra un buen número de ciudadanos propios y extraños para disfrutar no solo de la compañía, sino del bienestar que ofrece con sus árboles, su paisaje, sus jardines, su  amueblamiento, su seguridad, su oferta de productos en los locales que lo circundan y en suma para disfrutar como “comunidad”.

No es comprensible que tenga tantas construcciones que entorpecen la unidad espacial del parque  y que, además, las más grandes le vuelvan la espalda. No es comprensible que se haya convertido en un sitio de consumo libre de licor, dando un lamentable espectáculo de falta de educación y civismo. No es comprensible que el parque no haga homenaje con un monumento recordatorio al héroe juvenil de la independencia Atanasio Girardot, que da nombre al municipio.

Si la comunidad alcanza una adecuada comprensión de que lo que recibió como patrimonio es muy valioso y que merece conservarse y ser motivo de orgullo, tendremos un municipio que se destaca de los demás, como es el caso de Jardín y de Jericó, por no mencionar más que dos valiosos ejemplos, donde lograron ser un orgullo para sus habitantes y un destino turístico para quienes quieren compartir este valioso espíritu cívico.

Espero que estas reflexiones alcancen eco en la administración municipal para que apliquen una política de protección patrimonial que evite la destrucción de edificaciones que -como la casa de las Lilas- representan parte importante de la memoria de los girardotanos, o el cambio y reforma de puertas de locales que desfiguran las construcciones de interés patrimonial.

Además, es necesario que se tomen las medidas necesarias para la construcción de andenes que garanticen la seguridad de los ciudadanos y que se revise el plan vial y el sentido de las vías de modo que se racionalice la movilidad vehicular.