Redacción Pueblo
El domingo fue un día gris en Girardota, pero movido. El ciudadano desprevenido, en busca de su mesa de votación, debió atravesar el río de cientos de patinadores de azul, beige, amarillo y blanco, que trabajaban unos para el cambio y otros para la unidad acechando incautos que no tuvieran todavía un candidato. Aunque el sol salió durante gran parte de la jornada, gruesos nubarrones cubrieron el cielo hacia el final de la tarde. Casi con intención esperaron hasta la hora del cierre de las mesas de votación para dejarse caer en aguacero sobre las calles adoquinadas de propaganda política. Así vivimos la democracia el 25 de octubre.
El domingo fue un día gris en Girardota, pero movido. El ciudadano desprevenido, en busca de su mesa de votación, debió atravesar el río de cientos de patinadores de azul, beige, amarillo y blanco, que trabajaban unos para el cambio y otros para la unidad acechando incautos que no tuvieran todavía un candidato. Aunque el sol salió durante gran parte de la jornada, gruesos nubarrones cubrieron el cielo hacia el final de la tarde. Casi con intención esperaron hasta la hora del cierre de las mesas de votación para dejarse caer en aguacero sobre las calles adoquinadas de propaganda política. Así vivimos la democracia el 25 de octubre.