Por: Bibiana Ramírez
Las pocas veces que he visto a Wilson Obed Córdoba, lleva en
sus manos un cuaderno, una libreta y un libro. También una boina que contrasta con
su ropa sobria y clásica. La libreta está llena de poemas que ocasionalmente lee a algún amigo, poemas para esa mujer que llena sus días de flores y amores. No tiene aspecto de operario de una fábrica, sino de artista, con una sonrisa clavada en el rostro.
Wilson nació en Amalfi en 1975. Estuvo rodando por muchos
pueblos con su familia. Llegó a Girardota hace 24 años. Creció en el campo y
trabajó la tierra. Es el mayor de sus hermanos. Fue poco el amor que recibió de
sus padres, esto se convirtió en un conflicto de adolescencia. Empezó a
trabajar desde niño y creció muy solo. Terminó el bachillerato estando ya
adulto, porque en la infancia no era apoyado y su padre le decía que no servía
para nada. Cuando niño demostraba aptitudes para el dibujo y las manualidades,
pero no fue acompañado en ese proceso. Se ha dedicado a varios
oficios: albañil, artesano, operario de producción, entre otros.
Llegó a Enka
de Colombia hace nueve años y medio. Su vida se tornaba tediosa, se había
casado, pero más por el afán de tener seguridad y algo concreto en su vida. Se
separó hace seis años. Entró a esta fábrica y allí todo cambió. No es un
trabajador resignado, sino conectado con su oficio. Es operario y ha pasado por
muchos puestos, se ha recorrido casi toda la fábrica. Hay puestos que son más
duros y no permiten un minuto de distracción, este que tiene le permite
pensar más y descansar. También reparte los tintos en el horario de la mañana,
es bombero y “todero”.
Son muchos los trabajadores que no hablan bien de su
trabajo, sobre todo si es en una fábrica. Pero Wilson no habla mal de Enka y sí
agradece estar allí, porque ha conocido seres que le han mostrado caminos, que
le han despertado el sentido artístico. Desde hace cuatro años Wilson ha
empezado a pintar y a dibujar. Todas las ideas que le surgen las pone en el
papel inmediatamente, sin importar lo que esté haciendo.
Estar en la empresa no es un sacrificio, lo asume como algo
cotidiano que va a permitir solventar las necesidades económicas. Vive con su
madre y tiene un hijo al que le da su cuota para la alimentación. Son ocho
horas laborales que se van rápido. Prefiere el turno de 6 am a 2 pm porque le
queda la tarde para dedicarse al arte, aunque vive en el arte siempre. En momentos
libres en la empresa escribe poemas, oficio que despertó hace pocos cuando conoció a una mujer que lo inspiró, y desde eso no ha parado de escribir.
En las mañanas sale caminando para la empresa. Es un camino
de inspiración, para despejar la mente y conectarse con la naturaleza. Desde hace
muchos años es visitador de museos y de bibliotecas, allí ha encontrado claves
para definir su propio estilo.
Después de la fábrica, pasa el tiempo en la biblioteca leyendo, estudiando y escribiendo. El año pasado tuvo una exposición de pintura allí. En la presentación que le hizo Julián Ospina a dicha exposición dice: “Obed encuentra en el universo de los colores una alternativa para plasmar la inmensidad del sentimiento, las complejidades psíquicas del espíritu, lo que lo maravilla y lo hiere, lo que ama. Pintando accede a aquellas regiones del cosmos, externas o internas. Allí, de acuerdo con su decir, la palabra no alcanza”.
Después de la fábrica, pasa el tiempo en la biblioteca leyendo, estudiando y escribiendo. El año pasado tuvo una exposición de pintura allí. En la presentación que le hizo Julián Ospina a dicha exposición dice: “Obed encuentra en el universo de los colores una alternativa para plasmar la inmensidad del sentimiento, las complejidades psíquicas del espíritu, lo que lo maravilla y lo hiere, lo que ama. Pintando accede a aquellas regiones del cosmos, externas o internas. Allí, de acuerdo con su decir, la palabra no alcanza”.
Lo que sí tiene claro de su trabajo en la fábrica es que
quisiera estar en otro lado, haciendo lo que quiere: arte. Quiere ser
independiente. Lo sorprende que una semilla sea arrojada a la tierra y germine.
“La caricia de una mujer me abre puertas internas, porque en la infancia recibí
muchos golpes que las cerraron”.
Wilson quisiera estudiar artes plásticas “pero muchas personas me dicen que la academia lo esquematiza a uno y el arte no se enseña, se vive”.
Wilson quisiera estudiar artes plásticas “pero muchas personas me dicen que la academia lo esquematiza a uno y el arte no se enseña, se vive”.
Al vivir en el arte, no tiene obstáculos y la
empresa pasa a un segundo plano. El oficio de operario, obvio, es mecánico y
rutinario, pero para eso tiene otra vida más activa fuera de allí.
Algo que le molesta de estar en la empresa es que se
encuentra con muchas personas que se quejan todo el día y por todo, “lo
desprecian todo, que la comida, que el
encierro, que las máquinas, que los compañeros, el ruido, sabiendo que
necesitan estar allí, yo necesito estar en la fábrica y no es sano quejarse
tanto”.
Ha encontrado que también se vive el arte dentro de la
fábrica. Hay escritores, músicos, pintores, trabajadores que no se limitan y no
entregan su vida a otros. Wilson se prepara para salir de allí teniendo una
vida concreta en el arte.
Hace días se fracturó un dedo de la mano derecha con una puerta de su casa. Está incapacitado. Estos días los ha aprovechado yendo más a la biblioteca, conversando con los amigos y escribiendo temblorosamente con la mano izquierda.
Un poema de Wilson Obed.
Hace días se fracturó un dedo de la mano derecha con una puerta de su casa. Está incapacitado. Estos días los ha aprovechado yendo más a la biblioteca, conversando con los amigos y escribiendo temblorosamente con la mano izquierda.
Un poema de Wilson Obed.
TE
BUSCO.
Las calles llenas de colores,
formas y bullicio
te envuelven y te
mimetizan igual que un
camaleón en medio de
una rama en primavera.
Los gritos sórdidos de
mendigos , los ladridos
agudos de los perros y
el pregón de un ventero
ambulante que anuncia
estampitas de Marca
Auxiliadora
apagan
desesperadamente mis
gritos al llamarte.
Impotente
te veo alejar
en ese mar de ríos que
te lleva en una corriente
despiadada que parece no
sentirse, pero es tan real
como la vida misma. Y cuando
creo tenerte a una yarda
de distancia, un maniquí
vestido a la moda frustra
mi felicidad, maldito maniquí,
con tus curvas y tu color de piel.
Las calles llenas de colores,
formas y bullicio
te envuelven y te
mimetizan igual que un
camaleón en medio de
una rama en primavera.
Los gritos sórdidos de
mendigos , los ladridos
agudos de los perros y
el pregón de un ventero
ambulante que anuncia
estampitas de Marca
desesperadamente mis
gritos al llamarte.
en ese mar de ríos que
te lleva en una corriente
despiadada que parece no
sentirse, pero es tan real
como la vida misma. Y cuando
creo tenerte a una yarda
de distancia, un maniquí
vestido a la moda frustra
mi felicidad, maldito maniquí,
con tus curvas y tu color de piel.
7 comments:
no hay una vida humana tan dura como para que la poesía no pueda penetrarla, llenarla de sentido y magia. sin eso, es pétrea la vida, cosa de objetos, cuestión de máquinas... que un operador tenga esos impulsos poéticos da algo de esperanza, "creced y multiplicaos", dijo el señor, a alguien le corresponde cantar a las fábricas, como pessoa, en su "oda triunfal", el poderío lúgubre de las chimeneas! pero no solamente a las fábricas! tiene mucho que cantar y luchar el obrero, pero que una su canto a la lucha, para que sea terrenal esa poesía, y no solo un canto alado a las fuerzas invisibles y a los ideales de siempre... no se trata de afiliar el poema a un sindicato, sino de fundir esa voz naciente a la voz de sus hermanos los obreros... no se meta a estudiar arte, por dios, mejor, no prive a sus amigos obreros de su pacífica compañía, de sus versos, de la posibilidad de una sonrisa...
Bella y vital semblanza.
La rutina no es pasar por el mismo camino todos los días, saludar a la misma gente, montarse en el mismo bus y trabajar en la misma empresa. La rutina es que en ese camino, en esos saludos, en ese bus o en esa empresa, cada día, no podamos encontrar algo nuevo.
Es cierto que el arte permite escapes de la cotidianidad, pero no se pueden negar las injusticias de las empresas.
Me alegra que haya este tipo de personajes metidos allí porque así logran un equilibrio entre en infierno y el cielo
pa cada dia me llenas mas de orgullo att:tu hijo Juan Alberto.
Los que hablan de injusticias, no tienen ni idea de como hacer dinero. Y no sólo eso. Tampoco saben como hacer algún bien a los demás. Su frustración encuentra escape en la crítica por la crítica y nada más. Si sabes cual es la verdad, porque tu cuenta bancaria no refleja tu inteligencia? No es falta de oportunidades. Es falta de talento.
Felicitaciones. Tu padre es un hombre sensato que no se dejó casilllar por el periodista en una crítica de izquierda. Ma alegra que existan personas con los pies en la tierra y que tengan la sensibilidad de soñar.
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