Víctor Villa Mejía. Tomado de http://www.elcolombiano.com/ |
Hay tres cosas que a Don Víctor no le da pena confesar: que
es hincha de “El poderoso”, que no comparte lecho con su mujer porque es
potencialmente peligroso cuando duerme, y que desde que se jubiló, en diciembre
del 2010, se convirtió en tele adicto. La tarde en la hermosa casa de Víctor
Villa tomó forma de tertulia con olor a café, galletitas, ron, tequila, anís y
lluvia.
Alguna vez en un viaje Girardota-Medellín, Don Víctor me
contó que un día, reunido en yo no sé dónde con una gente que no recuerdo, se
dio a la tarea de enumerar todos los temas de conversación que quedaran
inconclusos; en total fueron diez y ocho. Ese sábado recorrimos una amalgama de
temas a blanco y negro, en sepia, rojos, azules, amarillos, grises y pardos,
que al final resultaron a medio esbozar, todos inconclusos, todos a la espera
de un nuevo encuentro. Sin embargo, cinco horas de parloteo nos sirvieron para
descubrir en Don Víctor el catedrático, el intelectual, el académico, el padre,
el esposo, el hijo, el vecino, el apasionado. Porque, como él mismo lo dice,
una persona que no tenga al menos una pasión no tiene razones para vivir.
Don Víctor, el
intelectual
Víctor Villa Mejía es autor de varios libros entre los que
se destacan Pre-ocupaciones, Poli-sinfonías
y Sobre entendidos, además de muchísimos artículos de prensa y revistas
académicas. Es uno de los lingüistas más importantes que ha parido la
Universidad de Antioquia, por lo que ha ganado reconocimiento a nivel nacional.
Aunque en diciembre de 2010 recibió su jubilación de la institución que lo vio
crecer y madurar profesionalmente, hay un par de proyectos que dan vueltas por
su cabeza y que quisiera, quizás algún día, materializar. “La escritura de los
jubilados no la pagan”, manifiesta Don Víctor, y es esa la razón por la que no
escribe tanto como antes. “Para qué escribir si no hay a quien mandar el
material”, reitera el hombre. Por el momento, el tratado sobre las 32 maneras
de deshacerse del cónyuge y el análisis de los inútiles mensajes
anti tabaco de las cajetillas de cigarrillos son sólo ideas.
Todos los viernes, Villa se reúne con otros cuatro
académicos a planear qué textos y qué preguntas son más adecuadas para evaluar
las competencias de los miles que aspiran a ingresar a la Universidad de
Antioquia, a la Universidad de Cartagena y a la Universidad del Cauca. No es
fácil, lo confiesa, y “a veces me dan ganas de escribir yo mismo los textos”,
pero como “ni modo de citarme a mí mismo”, la Agenda Cultural del Alma Máter es
la fuente más utilizada. Don Víctor, entre risas, cuenta que los directivos de
la UdeA son muy paranoicos con el examen de admisión, y que él es el único que
tiene la clave con las respuestas correctas de la prueba de lengua castellana,
clave que sólo entrega un día después de aplicada la evaluación. Las preguntas
literales, de interpretación y de análisis las formula Víctor Villa con la
“malicia indígena” que sólo enseña la experiencia, para poder “corchar” a los
aspirantes.
Don Víctor, el
militante
La política se coló en la conversación vestida de color
amarillo cuando le contamos a nuestro anfitrión que, por casualidad o por
causalidad, el hombre de la imprenta había elegido papel amarillo pálido para
imprimir la primera versión de Chimenea Informativa, el mismo color que usa el
Polo Democrático Alternativo en los volantes que reparten en la calle. “No
tengo carnet de miembro ni nada por el estilo, pero cuando voy a votar siempre
lo hago por el Polo”, dice Villa. Declara que en otro tiempo fue militante de los
partidos de izquierda, de los movimientos sindicales y que su postura era
radicalmente maoísta. Hoy, a pesar de que su ideología no ha sufrido grandes
cambios, no se mueve en el gremio político como antes. No es amigo de las
capuchas ni de los pseudónimos.
En las pasadas elecciones regionales no hubo candidato del
Polo Democrático a la Alcaldía de Girardota, “entonces, como Doña Marta resultó
orticista, me tocó decir que iba a votar por Fernando Ortiz”, quien además es
su vecino. Don Víctor aprovechó que el pueblo estaba sumergido en la histeria
política, atiborrado de publicidad con rostros y promesas, e incluso
sobrevolado por parapentes contratados por las campañas, para hacer un análisis
semántico de los lemas de los siete aspirantes a la Alcaldía. Si bien en el
texto no se mencionaban nombres, cuando Villa propuso difundirlo en un programa
en el que trabajaba pero que “ni siquiera tiene nombre”, Diego Colorado,
director de Radio Alternativa, “lo vetó que porque a él no le interesa tomar
posiciones políticas”. Lo más deplorable es que la emisora que es el único
medio comunitario en el municipio está controlada enteramente por la iglesia
católica, sólo transmite la eucaristía, música guasca y uno que otro programa.
“Por eso y porque no tengo necesidad no quise seguir trabajando con ellos”,
afirma Villa.
Don Víctor, el padre,
esposo e hijo
Víctor Villa Mejía nació en el seno de una familia
girardotana y se crió junto con trece hermanos, pero “hoy solo somos once”.
Todos los domingos, a pesar de que no guarda una relación muy estrecha con su
familia y del fallecimiento de su padre hace algunos años, Don Víctor va a
almorzar a la casa de su madre.
Villa tiene dos hijos y dos nietos. Esteban es el único a
quien tiene cerca, pues su hija, médica, y sus dos nietos viven en México, país
que el mismo Víctor habitó durante tres años para cursar un doctorado en
lingüística del que no se pudo graduar “porque no supe escoger el asesor de
tesis”.
Desde hace muchos años Doña Marta -como él llama a su esposa-
y Don Víctor duermen en camas separadas. Esto porque “Doña Marta era una
damnificada de los ronquidos” y porque Villa es potencialmente peligroso cuando
duerme, daña sábanas y almohadas, y “un día iba a amanecer la pobre
estrangulada”. Una vez, narra Don Víctor, cuando en la Universidad había que
hacer fila para una llamada telefónica, escuchó a un profesor discutir con su
esposa porque ella le había cogido el automóvil. Desde eso, decidió que nunca
iba a tener problemas con su mujer por ese tipo de cosas y le vendió a Doña
Marta el carro que tenía por 20 mil pesos. Nunca más volvió a conducir.
Igualmente, porque “el asunto de la decoración sí que es un lío”, acordaron que
en la casa que habitan desde hace doce años, de las paredes hacia adentro el decorado
está en manos de Doña Marta, y afuera es Víctor el que manda.
Don Víctor, el
apasionado
Todos los días, entre las siete y las nueve de la mañana,
Víctor Villa lee en el ciberespacio a los columnistas de la prensa nacional. Ya
no restringe sus lecturas a X o Y periódico, sino que devora incluso los
diarios que cuando militaba le eran prohibidos. Después invierte su
tiempo en mover macetas de aquí para allá, en abonar la tierra, quitar
las hojas secas de los arbustos y plantas y en bañar delicadamente a todas sus
consentidas. Desde que se jubiló, Don Víctor se ha convertido en tele adicto.
Antes el trabajo, la lectura y los compromisos se lo impedían, pero ahora puede
postrarse horas ante el televisor a sacarle jugo a los programas de T.V. Agro, Animal
Planet, Discovery Chanel y a las novelas y concursos de los canales colombianos.
Con todo, ahora que está jubilado, no hay una pasión que
supere a la de ver jugar al Deportivo Independiente Medellín. Acompañado por
una botella con tres cuartos de aguardiente y uno de agua (“así el pasante está
incluido”), y aunque tenga la certeza de que va a empezar perdiendo, apoyar a
“El poderoso” hace que Víctor Villa Mejía, el intelectual, el militante, el
padre, el esposo, el hijo, el apasionado, se sienta vivo, muy vivo.
A las ocho de la noche del sábado con olor a café,
galletitas, ron, tequila, anís y lluvia, la futbol-manía-¡erre-ce-ene! anunció
la hora de darle fin a la tertulia, pues Don Víctor, el hombre, debía cumplir
una cita con Medellín el Poderoso frente a la pantalla de su televisor.
2 comments:
Excelente perfil. Solo un error: Los partidos de fútbol colombiano no los trasmite caracol. Saludos.
Admirado profe de "Semiótica y Semiología" en la carrera de Comunicación en la Funlam Luis Amigó!!... Aprendí mucho de él como el distinguir, entender e interpretar los símbolos que se nos presentan a diario para poder entender las sociedades, las culturas, las personas, los hechos!!
Un saludos muy especial para el profe Victor. Con Aprecio, Catalina Zapata
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