“Desde las seis de la
mañana y a veces hasta muy altas horas de la noche nos desvela este horrible
pedo”, cuenta un habitante de Guayacanes, quién nos mandó la siguiente
grabación tomada desde su casa a las 8 de la noche, durante unos pocos minutos.
No está solo, otros barrios tienen el mismo problema. Se trata del concierto
para motocicleta que los girardotanos hemos venido escuchando desde hace
algunos años cuando abordamos la calle y, a veces, sin salir de
casa.
Atrás quedaron los años en que se vivía en pueblerino silencio. Era un placer vivir en Girardota. Pero ahora de ese pueblo no nos queda sino la estrechez. Y una fastidiosa
sensación de estar muy atrasados. El motor de combustión es el nuevo Dios. La solución para
una masa perezosa y proclive a la obsesidad (con todas sus complicaciones) a quienes les resulta imposible la
vida sin gasolina. Que, afortundamente, no es infinita.
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