¿Se necesita la renovación política en Girardota?

La pregunta obligada para los actuales candidatos a alcaldía y Concejo debería ser: ¿Como evitaran que las cuotas burocráticas caigan en manos de funcionarios incompetentes? ¿Evitará el clientelismo dentro de su administración? ¿aceptaría una prebenda a cambio de la aprobación de un proyecto?

Hace cuatro años, cuando el actual alcalde se posesionaba, manifestó su preocupación por la falta de líderes y lideresas, pues candidatos sólo habían 2. Hoy son 7, y la posibilidad de concejales llega casi a los 120. Pero, ¿el problema si será de líderes, o es más bien de mentalidad?

Los problemas esenciales del municipio, tal como vivienda, servicios públicos, seguridad, educación, entre otros, están ligados directamente con el ejercicio político de quienes nos representan en el Concejo Municipal y la Alcaldía.

Por eso es importante mirar bien a quien se elige, y más aun, a quienes se han elegido. En el caso del Alcalde, se debe estar atento a quienes son los que rodean los aspirantes al cargo, porque posiblemente esas personas que se están moviendo y apostándolo todo con las distintas campañas son los opcionados a ocupar los cargos burocráticos. 

En Girardota, como todos sabemos,  la cultura del clientelismo y la burocracia ha sido una constante que ha dejado ingratas consecuencias al pueblo. Muchas veces los secretarios nombrados han aprovechado “el cuarto de hora” para trabajar por los que pusieron los votos, y para su propio beneficio y poco por el de la comunidad.

El tal “cuarto de hora” es lo que ha perjudicado incalculablemente al municipio. Pues vemos como en varias alcaldías, hay funcionarios que se dedican a cumplir sin ningún ánimo de gestionar más allá de lo que manda su manual de funciones. 

En el caso de los concejales, algunos dicen que “gestionan”, cuando la función que les encomienda la constitución, para equilibrar los poderes, es el de controlar, eso se llama “el control político. Tarea que olvidan por mantener favores, cuotas, o por realizar labores que no les corresponde. Pues para gestionar el estado ha dispuesto de otros cargos.

En este caso son los Concejales los que más beben de las cuotas burocráticas, se les asigna contratos, cargos públicos, favores, etc., con el ánimo de generar coaliciones y de buscar unanimidad dentro de la administración. Nada más peligroso para el desarrollo del pueblo.

En girardota, reitero, ha habido una cultura burocrática que nos ha hecho aceptar y asumir esa forma de “Gobernar” sin que nos inmutemos, y sin que nadie proteste. 

Cultura que ha permeado, en algunos casos, las juntas de acción comunal, las organizaciones  de control social como la veeduría ciudadana,  o los concejos conformados por voluntariados (concejo de turismo, de cultura, de planeación, etc.), lo que los hace inoperantes, pues tristemente en ocasiones están conformadas por los mismos funcionarios, contratistas de la Administración, o por personas que participan en espera de que les toque un “pedazo de la torta”.

Claro que se necesita la renovación, pero sobre todo, la transformación de nuestras mentalidades. Pues por más gente que cambiemos  al interior de la administración pública, la cosa no cambiará si continuamos callados ante los desbarajustes que hemos permitido entre todos.