24 ene 2012

Periodismo y "crítica destructiva"

Foto: Alberto Aguirre, por Bibiana Ramírez.

 “Ocurre que la humanidad sólo ha adquirido conciencia de su propio valor paso a paso, lentamente (…) y esa conciencia se ha formado no bajo el aguijón brutal de las necesidades fisiológicas sino con la reflexión inteligente primero de algunos y después de toda una clase (…) Esto quiere decir que toda revolución ha sido precedida por una intensa labor crítica, de penetración cultural”. (Gramsci, Antonio. Citado en: Fori, Guiseppe. Vida de Antonio Gramsci. Ediciones Península,Barcelona, 1976. P. 123).

Aceptaba en una reunión el Secretario de Educación y Cultura de la nueva administración, Diego Agudelo, Ingeniero Químico, que no tenía claro lo que era eso de “cultura”.
Pedía la ayuda del público. Y el público (una parte del “sector cultural” girardotano: las corporaciones afines a la “cultura”) entró en una discusión interesantísima que al final estuvo de acuerdo con la definición de “cultura” expresada en la Política Pública de Cultura (que citaré como PPC y se pude consultar aquí), sintetizada por la UNESCO:  

“El conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”. (UNESCO, Declaración de México sobre Políticas Culturales. México, D.F, 1982). (PPC, pág. 11).


Y tras un análisis sesudo acerca de lo que los girardotanos definen por “cultura” los redactores de la PPC,  concluyen que tal cosa es:
 “El conjunto de comportamientos que identifican a los grupos sociales, las razas, las comunidades, las regiones. Se transmiten de generación en generación pero requieren unos procesos de educación, de formación, de aprendizaje, así como implica estar enamorado de esas tradiciones. La cultura existe por sí misma pero se dinamiza mucho más si instituciones públicas y privadas la apoyan. Posee multiplicidad de representaciones que tienen que ver con el arte, es inclusiva y puede generar beneficios económicos”. (PPC, Pag 23).


La definición contenta a todos. Y considerarán los lectores conmigo (aplaudo a quien no), puesto que todo parece encajar perfectamente en tan lindas palabras, que es una definición que podremos llamar “totalitaria”. Palabra que lamentablemente nos remite al “totalitarismo” definido por Wikipedia como la “ideología”, “movimiento” o “régimen político” “donde la libertad está seriamente restringida y el Estado ejerce todo el poder sin divisiones ni restricciones”. Peligrosa definición, esta sí, de la que no se habló aquella vez. 


Como tampoco se habló mucho, pues era evidente, del diagnóstico subtitulado en la PPC como “Análisis situacional de la cultura en Girardota”, cualquiera puede ver que en el centro de ese análisis reposa esta breve sentencia: “El enfoque de desarrollo del municipio no ha considerado la cultura como área estratégica” (PPC, pág. 30). 


Vale anotar que varias veces el nuevo Alcalde ha dicho que quiere su reivindicación en este importante aspecto, pues otros menesteres lo ocuparon en su anterior oportunidad. Sepa, señor Alcalde, que le creemos. No dudamos que sea posible su reivindicación. Aunque dudo que haya algo de lo que hizo el señor Alcalde en su anterior mandato que sea extraño al término “cultura”, según la definición de la UNESCO, pues nada parece escapar a semejante significado, ya dijimos, tan “totalitario”. Inserto en alguna de las infinitas manifestaciones de la cultura, ¿cómo pudo olvidar promoverla de algún modo? Yo mismo doy fe de que algo hizo por la “cultura” el señor Alcalde en aquel entonces, aunque no haya sido suficiente. Sus inclinaciones religiosas, por ejemplo, ¿no hicieron que promoviera, como Uribe, los sagrados rituales católicos durante su administración? Eso es “cultura” según el PPC, Dr. Ortiz, usted de algún modo está salvado. 


Pero ya se insinuó, el tema de la cultura es bastante complejo, profundísimo, la enciclopedia virtual más utilizada en el mundo (http://es.wikipedia.org/wiki/Cultura) muestra siete formas distintas de definiciones de “cultura”, a saber: descriptivas, simbólicas,  estructuralistas, desde la antropología simbólica, marxistas, neoevolucionistas o ecofuncionalistas, científicas. 


Casi todos podemos alegar ignorancia acerca de estas cosas, aunque no de todas, afortunadamente. Entre las definiciones de cultura se cuentan también las “marxistas”, como ya se vio. Pero, ¿significará Marx alguna cosa para los girardotanos que razonan sobre “cultura”? Me temo que no. Y parece que menos significa para los valientes servidores públicos, que tanto han dado de qué hablar en este medio. 


En una entrevista reciente, a propósito de su último libro Cómo cambiar el mundo, uno de los intelectuales más representativos de nuestro tiempo, Eric Hobsbawm, decía: “El redescubrimiento de Marx en esta época de crisis capitalista se debe a que en 1848 predijo más que ningún otro el mundo moderno.” No son, pues, los marxistas, ningunos anacrónicos, locos extremistas, a cuyos defensores podamos arrojar a las tinieblas exteriores.


Un olvidadísimo escritor girardotano, Alberto Aguirre, cuya obra conozco bien, era marxista y llegó a ser considerado una de las plumas más urticantes de Colombia: para algunos fue el mejor columnista del país, con el perdón de los otros mejores. A propósito del misterio de la “cultura” escribió sabrosas y numerosas columnas. En una de ellas (El Mundo, 8 nov. 1982) tiene la siguiente idea madre: “La cultura es un trabajo forzado”.
Había escrito otro columnista que el bolero es “expresión de cultura nuestro-americana”. Apreciaba el bolerista el siguiente verso de Agustín Lara: “Sombra de mi sombra/ marcha tu recuerdo/ por las callecitas de mi pensamiento”.  Ataca, entonces, Aguirre: “Un escombro lírico, calderilla, muestra insoportable de cursilería, que sólo podía aguantarse con musiquita y bailando con una hembra bien chévere. Así, a palo seco, dan vascas. El hecho de que semejante ripio conmoviera (entonces) a una masa de adolescentes, y de que excite (ahora) a un puñado de nostálgicos, no convierte el bolero en hecho de cultura”. 


Y luego se va contra las definiciones como la de la UNESCO y el PPC. García Márquez había dicho que “la cultura del Caribe es un hecho porque su música se ha impuesto en el mundo entero”. Otro que dio papaya. Aguirre le manda a decir: “es una falacia. Que se complementa, burdamente, con este concepto atribuído a Jack Lang (por favor, citar las fuentes): ‘Todo es cultura. La cultura es la vida’. De lo que seguiría (es obvio) que si todo es cultura nada es cultura. Las generalizaciones, por abarcar mucho, no encierran nada. Con aquella tesis totalitaria llegaríamos a esta proposición: basta vivir para ser culto. Con lo cual, una tribu de bosquimanos sería culta en la misma medida que la sociedad alemana del siglo XVIII. Esa especie de panteísmo cultural implica la negación del espíritu, del trabajo de la inteligencia, para abrir vía ancha a la indolencia, y a su secuela la ignorancia”. 


Aguirre, que sabía bastante teoría de la argumentación, hace uso en la misma ocasión, como era su costumbre, de dos argumentos de autoridad, el uno escrito por un especialista en el lenguaje: “La cultura es, ante todo, una elaboración consciente. Lo dice Wittgenstein: ‘La cultura es un reglamento. O presupone un reglamento’. (“Observaciones”, Siglo XXI, México, 1981, pag. 146)”.


Y el otro es, precisamente, de un reconocido intelectual marxista, Antionio Gramsci, quien decía: “La cultura no es saber enciclopédico: es organización, disciplina del yo interior, apoderamiento de la personalidad propia, conquista de superior conciencia por la cual se llega a comprender el valor histórico que uno tiene, su función en la vida, sus derechos y sus deberes” (Antología de A. G. Siglo XXI, México, 1970, pag. 15).
A lo que agregaba Aguirre: “La cultura es un proceso, una lucha infatigable, incesante, del individuo en la sociedad, para buscar esa lucidez, ese reglamento de vida, que la saque de su empirismo. Aquel esfuerzo tenaz de reflexión crítica, al recoger y elaborar los diversos datos del mundo (incluidos el bolero y el vallenato), permite el acceso a un grado de “superior conciencia” que es la cultura”. 


Por eso para él la “cultura” significaba no un hecho consumado fácilmente, con el sólo vivir, sino un “trabajo forzado” de la inteligencia. Y agregaba: “Aquel postulado panteísta (“todo es cultura”) lleva a una dimisión del esfuerzo creador de la inteligencia: como ya somos cultos, por caribes (o por corronchos), nos abandonamos perezosamente en la modorra del  hábito”. Así nos meten que el reggetón, el fútbol, la misa, son hechos culturales consumados.  Para el marxista, cuyo análisis es tan desacostumbrado encontrar en los medios de comunicación actuales, la costumbre no es cultura, ni las tradiciones, ni las artes per se


Porque nos fincamos en bellas palabras es que la cultura aquí parece adormilada. Pensar, como en todo “totalitarismo”, nos resulta difícil. Como en esos sueños donde uno quiere correrle al asesino pero las piernas no responden. La tierra está quieta bajo los pies del pueblerino, amodorrada. Y más la inteligencia, pues se usa poco. 


Se quejan los funcionarios de que en PUEBLO se escribe con resentimiento, cuando sólo hacemos lo que nos corresponde como periodistas y consideramos saludable. En sus intervenciones el alcalde y sus secretarios enarbolan el valor de la crítica, pero “constructiva”. Vuelven a dar papaya.  


Lamentarán nuestros políticos haber nacido en el pueblo donde nació Alberto Aguirre, a quien afortunadamente hemos leído, cuyas palabras serán leídas y recordadas muchos años después de su muerte: “Dicho término (crítica constructiva) no es sino el viejo y gastado eufemismo por obsecuencia y sumisión. Porque toda crítica tiende a destruir (en todo o en parte) aquello que se considera irregular, equivocado, deforme. De lo contrario, no sería crítica sino adulación” (El Mundo, 17 feb. 1984).
El Cristo que aquí adoramos, el de las bellas parábolas, ¿no dijo también las críticas más impotables, más amargas, más destructivas? En San Mateo (23:27-32) se leen estas palabras fulminantes: 


“¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre. Así también ustedes, por fuera dan la impresión de ser justos pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad”.


6 comments:

Anónimo dijo...

Excelente , magistral, Mauricio me le quito el sombrero, que pluma mijo.. un saludo y Dios te guarde.

Anónimo dijo...

Quiero hacer una critica destructiva a todos esos politiqueros que estan entregando cuadernitos de cuenta del erario publico , presente o pasado en las diferentes escuelas, que respeten la dignidad humana, esos son recursos de la misma comunidad que se desviaron para cometer estos actos bellacos de humillacion, y son tan descarados que dicen por la educación del pueblo, mas bien sugiero que sea la administracion publica que responda por la utileria basica de todos los niños de las escuelas publicas de Girardota y no tener que ver estos espectaculos de "caridad" tan grotescos .

Anónimo dijo...

será que al ingeniero químico si le quedó claro el concepto de cultura?

Doris dijo...

que exquisitez de artículo, gracias maurico, yo también me quito el sombrero.

Anónimo dijo...

MAS CLARO NO CANTA UN GALLO, EL ALCALDE DEBE APRENDERLE AL MONJE QUE LA COMUNIDAD QUERIA MUCHO Y SOLO TENIA UN CONTRADICTOR, CIERTO DIA EL SUPUESTO ENEMIGO DEL MONJE MURIO Y EL MONJE SABIO SE PUSO A LLORAR, ENTONCES TODA LA COMUNIDAD LE PREGUNTA MAESTRO POR QUE LLORAS, DONDE DEBES ESTAR FELIZ Y EL MONJE CONTESTO, POR QUE SE MURIO LA UNICA PERSONA QUE ME HACIA CAER EN CUENTA CUANDO ESTABA EQUIVOCADO. A ORTIZ NO LE GUSTA QUE LO CUESTIONEN POR ESO TIENE ESE GABINETE TAN ARRODILLADO, UNICO REQUISITO SER SUMIZOS, POR ESO LES VA MAL Y SON MEDIOCRES.

Anónimo dijo...

soy muy joven y he escuchado poco de aguirre, lo que me asombra es que es de Girardota y llevo años viviendo aca y sin saberlo, en esto le ponen el nombre de la biblioteca y dicen que es cultura!