26 ene 2012

Manciony, el boxeador que intenta imitar a Gardel

 
Por Rodrigo Valencia

 Arriba del parque están las estructuras modernas de la Casa de la Cultura. Salones, corredores, auditorio. Sus pisos baldosados están en esta época del año desiertos, aguardando a los mas bien pocos artistas que la frecuentan y a la nueva Administración municipal que podría tener dificultades, como la anterior, para hacer que las gentes del pueblo venzan la ley de la gravedad y otras leyes para subir hasta aquí y ocupar el auditorio o llenar sus salones de proyectos diferentes a los de la lucha diaria.

Si lo hicieran como yo ahora, pasarían la portería, la fuente de piedra, el rectángulo de columnas imitando la arquitectura griega y antes de cruzar la puerta de vidrio, ultima recompensa de la subida, oirían a Manciony por encima de los pájaros y de los golpes de algún trabajador.
En el caso de Manciony, son sus pulmones o su voz la que se abre paso. Este hombre moreno es un cantante de tangos o, mejor, un cantante de Gardel. Cuando está frente a mí, finalmente he conquistado la sala de
computadores, y habla del pasado cuando a principios del siglo el cantante argentino hacía brotar a la burguesía latinoamericana las olvidadas venas europeas ofuscadas por esta geografía de indios, negros y naturaleza. El tango, aquella música con los pies en las tragedias individuales de los que perderemos alguna vez en la vida, o que odiaremos y amaremos en la tragicómica historia individual. Aquella que comienza o termina no ya en el arrabal argentino sino en una cantina antioqueña. El tango lo oyó Manciony en alguna esquina del Medellín del Pedrero y Guayaquil, del arrabal amargo medellinita.
Ahora insiste frente a la computadora tratando de  calcar la voz del zorzal.Una labor titánica no por los matices varoniles del argentino muerto en Medallo en el 35, pues de hombre la voz a Manciony le sobra, o de pesares, porque los ha tenido, sino que algo escapa al calco y La cumparcita no le suena a Manciony como a Gardel. Manciony persiste sin saber que lo ha logrado y que esta su vida es más vida que la del argentino muerto y más autentica, porque aquel triunfó y Manciony no ... todavía.
Manciony, atlético y nervioso, levita  sobre su voz como un boxeador antes de una pelea. Es un gladiador solitario en las arenas culturales de este municipio colombiano entre montañas. Una pelea solitaria que alguien patrocinó al proporcionarle una computadora, Internet y un lugar para cantar en busca de su Gardel en este lapso de comienzo de año, cuando no hay nadie para escuchar su potente voz.
El premio para Manciony es una cifra en pesos con la que pudiera comprar parte del pueblo, pedazos de montañas, de cielo, en el que Gardelmanciony sonreiría desdeñoso de la penuria por unos minutos al aire como ganador en uno de los estúpidos programas de imitadores de la tv.
Su inmensa voz trata de acomodarse a Gardel pero Manciony desborda sin saberlo al argentino afrancesado largo tiempo muerto. Manciony golpea con vibraciones tratando de forjar el calco, pero algo se escapa del empeño de este antioqueño que insiste en remover las cenizas del accidente aéreo del 35, pero es una labor bien difícil caer en la dulzona y aterciopelada voz del cantor de tangos. Quizá, digo yo, porque estas montañas llenas de sol y miserias cantan un tango más duro para Manciony. El tango del hambre y la penuria.
 
Contacto: manciony@hotmail.com





1 comments:

Anónimo dijo...

Que buen articulo rodrigo, una nota que refresca estos temas aridos de la politica girardotana, acertaste en cambiar de tema y lo trataste con gran altura, le diste valor a este señor, procer del arte girardotano.