La Plaza tiene futuro

Por Redacción Pueblo,  Fotografías: Bibiana Ramírez.

A poco más de un año de abierta la Plaza de Mercado de Girardota, casi todos los comerciantes están de acuerdo en que les ha ido mal con las ventas. Si bien, el lugar representa un avance importante en su calidad de vida y muchos están felices allí (ya, por lo menos, no están resistiendo los embates de la intemperie),  alrededor del 40 % de los locales están cerrados.  

Hoy se reunió la Asociación de Comerciantes de la Plaza, ASOCOGI, con la Secretaría de Gobierno (anterior encargada del lugar) y la Secretaría de Agricultura. La noticia es que la Plaza queda ahora en manos de Yanet Alzate, nueva secretaria de Agricultura. Partes que parecen muy dispuestas a trabajar juntas.

Productos arrumados en la Casa de la Cultura tras el desalojo.

 Aunque por ahora el Municipio no les está cobrando por el arriendo de los locales, a muchos comerciantes les resultará difícil asumir el costo de formalizar su negocio. Surtir, pagar arriendo, impuesto de industria y comercio, cuenta de servicios públicos, todo eso hará que prefieran regresar a la ilegalidad.

Los afecta, sobre todo, no tener acceso directo al parque principal (lo que ya está en proyecto y veremos cuánto demora). La instalación de las rutas rurales de Expreso Girardota ha sido un acierto, puesto que la Plaza mantiene el carácter de puerto ineludible para campesinos y colegiales. La comunidad urbana, sin embargo, prefiere hacer sus compras en los grandes supermercados, que son cada vez más y venden más barato.

Han sido años problemáticos para los más de 90 comerciantes que conforman la comunidad de la Plaza, pero en los últimos meses se dieron también pasos importantes. Uno de ellos fue la conformación de la Asociación de Comerciantes de Girardota (ASOCOGI), con el apoyo del Área Metropolitana y la Universidad de Antioquia. 

Del acompañamiento de la administración, el trabajo de la asociación y la comunidad en general, depende que alrededor de 4 mil millones de pesos invertidos en esta obra no hayan sido malgastados. 

Una larga historia

Durante décadas el parque principal del municipio de Girardota tenía un lugar conocido como La Plaza, habitado durante toda la semana y en especial durante los fines de semana por toda clase de vendedores: habían revuelteros, carniceros, fruteros, mecateros, tinteros, crispeteros, entre otros.

Era común ver los caballos amarrados de los postes de energía o de las palmeras, con las patas embarradas, mientras sus dueños vendían sus productos, mercaban y se tomaban los traguitos en alguno de los bares aledaños. Entonces, el parque gozaba de una vida fulgurante, era una fiesta de olores, colores y formas, allí convergía lo más “pueblerino” de Girardota, en el más pleno sentido de la palabra. Y a los comerciantes no les faltaba clientela.

Era la vida cotidiana del municipio, hasta que vinieron los nuevos tiempos y algunas personas comenzaron a pensar que todo aquello era feo e incómodo. No, por supuesto, el campesino ni el pueblerino, ajeno a esos aires de ciudad y por ende de asepsia que con los años van transformando todo a su paso, incluyendo las mentalidades.

El Área Metropolitana del Valle de Aburrá, entidad creada para “la promoción, planificación y coordinación del desarrollo conjunto”, venía trabajando para maquillar la cara de los municipios adjuntos, invirtiendo en obras de infraestructura necesarias. Fue así como aprobaron el proyecto de embellecer el municipio de Girardota con la construcción de una nueva Plaza de Mercado, llamada técnicamente Plaza de Intercambio Comercial, a la vez que aprobaron también la remodelación del parque principal. 

El alcalde Fernando Ortiz, en su primer período, durante el año 2007, firmó el contrato para que iniciaran las obras. “Tuvimos que arrancar con plaza y parque para no perder los recursos del Área Metropolitana”, dijo el alcalde al periódico El Balcón (oct-nov de 2007 pág 7). 

Era un afán administrativo, que no contó en aquel entonces con la aceptación de los principales afectados: los comerciantes, puesto que no creían conveniente el traslado que la alcaldía les proponía hacia las inmediaciones de la alcaldía. Consideraban que allí estorbaban y quedarían muy incómodos.

Y como se obstinaron en ello los comerciantes, la Administración tuvo que aplicar la fuerza. En la madrugada del 18 de octubre de 2007, con el ESMAD y agentes de espacio público, los puestos fueron retirados del parque y sus cosas arrumadas en la Casa de la Cultura. Fue una decisión impopular. 

“Que quede claro, nosotros no nos oponíamos a la obra”, nos dijo Jhon Jairo Foronda, carnicero, y líder de los venteros en ese entonces, “lo que pedíamos era que se nos trasladara a un lugar digno para poder trabajar”. 

Durante los siguientes dos años estuvieron ubicados frente a la Alcaldía Municipal, muy incómodos, arrumados casi uno sobre otro. Algún funcionario público llegó a decir ante ellos, incluso, que eso parecía un “tugurio” y que olía muy maluco. La gente sin embargo los apoyó mucho en todo el proceso, mostrando solidaridad con los venteros, que en su mayoría pertenecen a la tercera edad y no tienen otro modo de sustento. El pueblo no les dio la espalda.

Y allí esperaron y esperaron

Esto hubo que reconstruirlo.

El 28 de marzo de 2008 fue inaugurada la primera etapa de la Plaza de mercado por el alcalde de entonces Guillermo Ochoa y por Oscar Mesa, gerente del Área Metropolitana. Pero algo desentonaba y no era sólo el techo de extraña forma, muy extraterrestre. Como se aprecia en las fotografías, para ahorrarle trabajo a la retroexcavadora, el suelo se hizo escalonado y apenas tenía una sola planta. ¿Cabrían allí tantos comerciantes?

La primera etapa estaba lejísimos del producto final

El Área Metropolitana había entregado una obra claramente mal diseñada y de costos exagerados. Era una mancha para su gestión. A partir del 13 de enero de 2010 esa primera etapa tuvo que ser demolida. 
A propósito de ello, el presidente de la Veeduría Ciudadana, José Joaquín Sierra, escribió a la Contraloría una carta de indignación: “no se conoce, que nosotros sepamos, ningún caso donde se tenga que demoler la primera etapa para poder seguir construyendo la segunda etapa” (carta 21 enero 2010 a la Contralora Auxiliar).

 La primera etapa  costó 1.196.000 millones. De los 2.300.000 millones de pesos adicionales para la segunda etapa tuvieron que pagar la destrucción de la primera, de lo que se encargó el mismo contratista.

Y aunque el presidente de la Veeduría siguió manteniendo una acalorada actividad epistolar con los organismos de control (la Contraloría General de Antioquia, la Procuraduría General de la Nación Regional de Antioquia y la Personería Municipal) nadie fue declarado responsable por los malos gastos.

En una carta fechada en enero de 2010, el veedor se lamentaba porque el acto de responsabilidad fiscal (N° 197-2010) contra el entonces ex alcalde Fernando Ortiz parecía haber quedado en el olvido: “sin ningún efecto o resultado concreto y que parece ha sido engavetado”.

Hasta que por fin el traslado

En el mes octubre de 2010 finalmente los comerciantes fueron trasladados a las instalaciones de la plaza. La construcción distaba mucho de los diseños iniciales. Los locales y el sitio en el centro de la plaza fueron sorteados entre los comerciantes.  

Hasta que la plaza no quedara completamente dotada, con puestos móviles, no pagarían ningún arriendo. A la fecha los puestos no han llegado. Que llegaban en febrero de 2010, según el ex alcalde Ochoa. “Ya vamos a llegar al otro febrero y vea, todavía no han llegado. El Área dice que es por el Municipio, el Municipio dice que es por el Área Metropolitana, de igual forma no los tenemos”, cuenta doña Pascuala Foronda, que tiene una miscelánea en la Plaza. 
La  administración anterior dejó un rubro destinado  para estos puestos.

El otro problema es que los servicios públicos sorprendieron a los comerciantes con el bolsillo vacío, “Si usted va y mira, la mayoría estamos pagando deudas de servicios públicos”, comenta Jhon Jairo Foronda, el carnicero. 

Mejorando de a poquito

La anterior Secretaría de Gobierno, en cuyas manos quedó la Plaza, encargó a Juan Carlos Ospina, quien trabajaba para dicha secretaría como agente del espacio público, para administrar la plaza. Durante el 2011 era la conexión de los comerciantes con la Administración:
  “Pienso que la Administración ha puesto todo, el Área ha puesto todo, pero no ha puesto lo más fundamental que es lo que necesita la gente: inversión. La mayoría de ellos estaban descapitalizados. Ellos estaban en la calle como comerciantes informales y ahora pasaron acá como comerciantes formales con un local, que tiene un contador comercial”. 

Juan Carlos Ospina considera que se ha ganado mucho. Entre sus logros se cuenta el que los puestos sean heredables.

Lo otro es que además del cemento, el Área Metropolitana se comprometió con el acompañamiento posterior a la obra (con la Universidad de Antioquia) y ha seguido invirtiendo. Aportaron 50  millones adicionales para cerrar la Plaza y organizar los baños que no tenían puerta, y el municipio aportó 30 para reparar el techo pues los voladores lo habían agujereado.

El futuro es rural

ASOCOGI quiere encargarse de la administración del sitio, que el Municipio se la deje en comodato. Pero según cálculos todavía no pueden recoger los 10 millones de pesos mensuales que puede costar mantener la plaza en funcionamiento. Es un plan para el futuro. 

Se quedan muchas cuestiones por resolver, de orden cualitativo y cuantitativo. “El principal problema es el compañerismo. Se concluyó que no hay compañerismo, hay envidia, enemistades entre nosotros mismos aquí, que no dejan avanzar. Es como el talón de Aquiles”, nos cuenta doña Yolanda Sánchez, presidenta de ASOCOGI, que ve las cosas con optimismo: “aquí no nos tiraron. El proceso ha sido muy bueno. Ha faltado que nosotros los comerciantes nos dispongamos para el proceso y que todos aportemos un granito de arena para que esto salga adelante”. 

Otro problema que se tiene que resolver es el de los precios, que los comerciantes han tenido que elevar por encima de lo normal para tratar de solventar las pérdidas, decisión que no ha hecho sino ahuyentar a los clientes. Pero hay proyectos para atacar esto, como el del Centro de Acopio.

Mientras tanto, Girardota puede decir que cuenta con un proyecto económico importante, muy beneficioso para la comunidad rural y urbana. Porque hay que establecer un puente sobre el abismo que ha ido creciendo entre una y otra población.