6 mar 2012

Historias de minifundio: La vuelta del bobo


Vereda El Yarumo.


Por Daiana González y Estefanía Carvajal

Los campesinos de El Cano, como los de El Yarumo y El Palmar, prefieren vender lo que producen sus fincas en Guarne, antes que en el municipio al que pertenecen: Girardota. Esto por dos razones: les queda más cerca y les pagan mejor, pues en el pueblo del oriente antioqueño hay un centro de acopio de productos agrícolas. Muchos de esos productos son enviados en cargas a las plazas de mercado de la gran ciudad antioqueña, Medellín, como la Minorista y la Mayorista.


Al mismo tiempo, un buen número de comerciantes de la Plaza de Intercambio Comercial de Girardota (o, mejor llamada por la gente del pueblo, la Plaza de Mercado) y de los demás supermercados del Municipio, van hasta la Minorista a comprar lo necesario para abastecer sus negocios. Así, las moras, cebollas, papas y demás productos cultivados en tierras girardotanas dan “la vuelta del bobo” para ser consumidos en su propia casa.

Aníbal Guerra es el presidente de la Cooperativa de Campesinos de Girardota (Campogir), y de la Asociación de Hortalizas y Frutales de Girardota (Ashofrug). Para Guerra, las economías campesinas del Municipio enfrentan varios problemas: las particulares condiciones geográficas del pueblo (que hacen de Girardota un territorio de inclinadas pendientes y gran variedad de microclimas), el mal estado de las carreteras, los intermediarios en la distribución de los productos agropecuarios, la escasa tecnificación, pero, sobre todo, el mayor problema “son los pequeños volúmenes de producción”.

Todas estas condiciones hacen que los campesinos de Girardota no puedan cumplir con las normatividades y exigencias del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y del Instituto de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (INVIMA), “porque por ejemplo para  vender un pollo se debe tener una planta de sacrificios con requisitos que  difícilmente la Asociación de Avicultores puede cumplir. Entonces el pequeño productor queda excluido por esos requisitos”, señala Guerra.

A partir de esta situación surge Campogir, Cooperativa conformada por sujetos naturales (campesinos) y personas jurídicas (asociaciones campesinas). Hoy son 43 miembros, 12 de los cuales son asociaciones campesinas. “El campesino está acostumbrado a pedir limosna por el producto, él baja una mora de la montaña y empieza diciendo ‘¿me va a colaborar?’ ‘¿me va a ayudar?’”, explica Guerra, y agrega que lo que pretende Campogir es cambiar esa situación, que el campesino no dependa de lo que el comerciante le quiera dar por sus productos, pero tampoco de la Administración Municipal, pues “no somos partidarios del paternalismo pero sí reclamamos la corresponsabilidad del Municipio”.

En este orden, la propuesta de la Cooperativa es la creación de un centro de acopio, en el que se regulen precios que sean justos para productores y consumidores, se le de valor agregado a los productos y se cree un nuevo sistema de mercadeo: “hacer preventas, domicilios; que la gente nos llame por teléfono o  nos escriba por internet y nos diga ‘quiero una panela del trapiche de don Mario Carmona’, y que  tenga inmediatamente esa panela exacta  de ese trapiche que quiere en la puerta de su casa”, explica Guerra. Así, además de favorecer a los campesinos, se generaría empleo en el casco urbano.

De acuerdo con Guerra, lo único que necesitan ahora de la Alcaldía de Girardota es que les cedan el espacio en la Plaza de Mercado para instalar el centro de acopio, pues a pesar de la insistencia de Campogir en que el proyecto haga parte del Plan de Desarrollo Municipal, y que la nueva Administración ha sido muy receptiva, “no se atreven a entregarnos el local porque como que les da miedo”.

Sin embargo, la Asociación de Comerciantes de Girardota, ASOCOGI, que reúne a los comerciantes de la Plaza de Mercado, cree que este proyecto podría ser perjudicial para sus miembros. Ante esto dice Guerra que Campogir no pretende llegar con competencia desleal, sino que la relación entre ambos sectores de la economía girardotana “necesariamente tiene que ser buena”, pues los comerciantes pueden surtir sus negocios de los productos del centro de acopio.

Para Aníbal Guerra, el centro de acopio es la mejor oportunidad que pueden tener los campesinos de Girardota... una oportunidad que no se puede dejar perder. 


CONTEXTO

Tierra, capital y trabajo. Tres factores de producción que determinan la economía de una región. De acuerdo con el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, el territorio colombiano se extiende en unas 114,17 millones de hectáreas, de las que el 44,6% son de uso agropecuario. 4,9 millones de hectáreas se destinan a la agricultura, pero el potencial de uso agrícola del suelo es de 21,5 millones de hectáreas; es decir, se está utilizando en la agricultura sólo el 22,7 por ciento del total de tierra posible. Además, una gran porción del suelo apto para cultivar se emplea en la ganadería: 38,6 millones de hectáreas son utilizadas para la ganadería cuando sólo 20 millones son aptas para explotaciones ganaderas.

A pesar del uso tan pobre que se le da a la tierra en Colombia, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el sector agrícola es uno de los más importantes en el país.

“La agricultura colombiana ha contribuido al total del Producto Interno Bruto (PIB) del país con un porcentaje que oscila entre 10 y 14% desde 1994. El sector satisface gran parte de la demanda alimentaria de la nación, provee materias primas para una diversidad de industrias (harinas, chocolates, confitería, concentrados, pulpas, aceites, tabaco, textil, lácteos), tiene una importante participación en los mercados internacionales de café, banano, azúcar y aceite de palmiste y genera el 21% del empleo del país (Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, 2009)”. (PNUD Colombia, 2009)

No obstante, la distribución de la tierra productiva es extremadamente desigual, pues de acuerdo con los datos del economista Luis Carlos Garay del 2002, “el 1,1 por ciento de los propietarios de la tierra en el país tiene más del 55 por ciento del territorio cultivable y explotable” (Granados, 2003).

La palabra economía campesina engloba ese 45%  restante que posee  la tierra  cultivable en el país y que se divide en: 1) Productores parcelarios: pequeños campesinos que tratan de llevar una economía mercantilizada, con la que puedan generar  excedentes y llevar sus productos a un tipo de mercado capitalista. 2) Campesinos con poca o sin tierra, con una economía de subsistencia en la que realizan maniobras  para poder sobrevivir (entre esas tomar empleos en industrias agrícolas o agropecuarias del sector). 3) Y campesinos jornaleros de baja capacitación y educación, que  abandonan su finca para poder obtener mayores ingresos. Esto según  las consideraciones teóricas de Jorge Humberto Granados, economista de la Universidad de Ginebra (Granados, 2003).

Girardota es un municipio del norte del Valle de Aburrá. Hace parte del Área Metropolitana y tiene una población de 48.226 personas. El casco urbano, de tan sólo 1,5 kilómetros cuadrados, es la casa del 61,3% de la población; los 18.621 girardotanos y girardotanas restantes se reparten en las 27 veredas que conforman el Municipio. No es de extrañar, por tanto, que el sector agropecuario sea uno de los más importantes en la economía del pueblo. En Girardota existen 18 asociaciones campesinas. Doce de ellas están a su vez agremiadas en la Cooperativa de Campesinos de Girardota. 



2 comments:

Anónimo dijo...

Excelente, que estén considerando las oportunidades del sector campesino, en este gremio existe gran probabilidad de progreso y desarrollo para el municipio.

unojo dijo...

no solamente existe como gran posibilidad de "progreso", como sea que entienda el anterior anónimo el "progreso", sino que tal y como están las cosas en la ciudad en las zonas urbanas, con este desempleo tan hijueputa, hay que mirar hacia el campo como algo más que una posibilidad: como la más clara alternativa. que se pongan a producir las tierras improductivas, la ganadería es un flajelo horrible, es desierto y al lado están los pobres gastando pasajes para ganarse un sueldo de miseria en las zonas urbanas y empresas pudiendo invertir mejor su tiempo en los cultivos. pero hay que comenzar por indignarse contra ese 1 por ciento de terratenientes, como ya están haciendo en estados unidos los distintos movimientos. Ocupa el campo!