20 mar 2012

Historias de minifundio: La Ilusión


Por Daiana González y Estefanía Carvajal


La ilusión. Así se llama la finca de Damián Londoño en la vereda Encenillos, a 20 minutos del pueblo. En 4 hectáreas, Londoño siembra las plantas de café castillo (que en diciembre pasado se vendió muy bien, a un millón la carga, y pudo sacar 60 cargas) intercaladas con 8 mil plantas de plátano, que son sus consentidas.

Cada racimo que nace en La Ilusión tiene alrededor de 60 plátanos. Los plátanos de Londoño son grandes, robustos, coloraditos por dentro y muy verdes por fuera; mejor dicho: plátanos de concurso. ¿Cómo lo logra? Sencillo: con la tecnificación.

Cortar dos “deditos” (plátanos chiquititos) y meter en bolsas los racimos es muy importante para una buena producción. Además, evitar los químicos es indispensable. Londoño sólo le hecha dos cucharadas de un químico a cada planta una vez al año, y esto únicamente para aumentar la concentración de potasio en los plátanos. Los demás abonos son orgánicos y producidos en la compostera de la finca, pues La Ilusión es autosostenible.
Compostera de la finca La Ilusión.

“Hay campesinos que se ‘aburgesan’ y en vez de sembrar una mata de cebolla van al pueblo a comprarla. Yo tengo cebolla, fríjol, tomate, una marranera, cilantro, un galpón con 150 gallinas que saca 5 canastas diarias de huevos, que también se venden, y una compostera de 7 cajones (cuya producción también vende a 9 mil pesos el bulto de 50 kilos)”, cuenta el campesino, que fue dos veces concejal del municipio de Girardota y agrega que “la tierra hay que aprovecharla, es insólito que  la gente no haga ni siquiera un galpón y tenga por lo menos cinco gallinas para que produzcan.”

Damián Londoño es el representante legal de la Asociación de Plataneros de Girardota, que a su vez hace parte de Campogir. De acuerdo con Londoño, los campesinos de Girardota están bastante atrasados y muchos se niegan al avance de la técnica y a dejar los insecticidas, fungicidas y fertilizantes químicos.

Para la Asociación, la tecnificación es importantísima para la economía campesina girardotana. Cultivar productos de mejor calidad, más limpios, y a un menor costo ambiental debe ser la meta. “A los girardotanos  les gusta comprar productos de muy buena calidad, pero lo que se necesita es que esos productos que compran sean de aquí”, concluye Londoño.

FRUTAS Y HORTALIZAS MÁS LIMPIAS

A la Asociación de Hortalizas y Frutales, Ashofrug, la mueve la idea de una producción más limpia. “No orgánica sino limpia”, dice Aníbal Guerra, presidente de la Asociación y de Campogir. Guerra explica que aún no se puede pensar en una agricultura cien por ciento orgánica porque la polución y la contaminación obligan a usar algunos químicos.

Estos son los plátanos que se caen antes de tiempo, finca La Ilusión.
Ashofrug también hace parte de Campogir y está conformada por 25 campesinos. “Nació de un convenio con Corantioquia y el Municipio hace dos años, con el fin de impulsar un programa para sembrar cítricos, aguacates y hortalizas. Eso es lo que más tenemos y apenas están en crecimiento esos árboles”, explica Guerra.

El mayor problema que enfrentan los cultivadores de frutas y hortalizas es que las cosechas no son tan frecuentes y los árboles se demoran en empezar a producir, “por eso queremos  apostarles a frutas que necesitan corto plazo: curuba, maracuyá, lulo, pues se recogen cada cinco y seis meses”, cuenta Guerra. También tienen que lidiar con los terrenos pendientes de Girardota, que son muy deficientes para el cultivo de hortalizas.

Ashofrug adelanta un proyecto con la Gobernación que plantea la tecnificación en la producción de hortalizas y frutales del Municipio. El proyecto incluye cambios en el proceso de producción, llevar a cabo los cultivos bajo cobertizo para evitar las secuelas del invierno. Además, propone el uso de plantuladores (instrumento que sirve para plantar) y la contratación de personal especializado que capacite a los campesinos. El proyecto tiene un presupuesto estimado de 120 millones de pesos que financiarán la Gobernación de Antioquia en un 50%, la Administración de Girardota otro 30%, y los gastos restantes correrán por cuenta de los asociados.

Para Ashofrug, la tecnificación y la producción limpia son las herramientas que conducirán hacia el éxito a la economía campesina de Girardota.