15 ene 2012

La desventura de una secretaria ad hoc

LETRAS QUE SE ESFUMAN
Por Víctor Villa Mejía,
“Que me critiquen eso nada importa
porque yo la tengo que saber llevar
si lloro o si río ese es mi problema
y a nadie mis penas tengo que contar”.
Dueto Revelación (You Tube)

De un día para otro, enero 01 y 02, primero la posesión del Alcalde y luego la instalación del Concejo 2012-2015. De ambos acontecimientos quedan resonancias: esas imágenes que dan vueltas en la cabeza, casi siempre buscando otras explicaciones. De la posesión me retumban tres imágenes, no por ser confusas ni borrosas sino por su largo alcance; la primera tiene que ver con el silencio del señor Alcalde sobre el intercambio vial de la estación; la segunda, sobre el recordatorio –siempre necesario– de que el patrono de Girardota es Jesús Caído; y la tercera, la presencia de maestros de ceremonia foráneos a costa de la minusvalía de nuestros comunicadores.
De la instalación del H. Concejo me quedan dos imágenes, heterogéneas y complejas ellas, pero también ávidas de explicación. La primera, la aparición de un voto negativo –a modo de constancia– en el nombramiento de la primera vicepresidencia. La segunda, la ausencia del coctel –brindis– para los concejales y sus parientes (una cosa es la austeridad y otra la ritualidad). Y la tercera, el lapsus de la secretaria ad hoc al anunciar el discurso de instalación de la Corporación por parte del Alcalde posesionado el día anterior.
Ya habrá tiempo de comentar las primeras cinco imágenes. Por ahora detengámonos en la sexta: el lapsus linguae de la secretaria ad hoc. Cuando en el discurso oral el enunciador dice una palabra por otra, una frase por otra o una cláusula por otra, a ese fenómeno lingüístico se le llama lapsus linguae –diferente de la misma equivocación en la escritura, caso en que se le llama lapsus calami–. Es una equivocación porque la voz que subrepticiamente aparece es equidistante de la olvidada u omitida. La secretaria ad hoc dijo: “Cuarto, posesión del nuevo Consejo a cargo del señor Alcalde doctor Guillermo Ochoa Beltrán”. Hubo un silencio de milésimas de segundo; el auditorio estaba estupefacto; el rostro del Alcalde parecía un semáforo (lugar del sema, el signo) pues cambiaba de rojo a amarillo, de amarillo a verde y otra vez a rojo; al tiempo, la secretaria ad hoc se disponía a juntar los labios para pronunciar el sonido bilabial p de ‘perdón, a cargo del doctor Luis Fernando Ortiz Sánchez’.
Qué fue lo que pasó. Este no fue un cambio de fonema (como ‘duelo’ por ‘fuego’, en el bambuco Las campanas del olvido); ni un cambio de morfema (como ‘a apoyar’ por ‘a follar’ en el discurso de Zapatero, el ex presidente de España); ni un simple cambio de nombre propio (como Luis por Juan, por ejemplo, a pesar de la recomendación de Roberto Carlos en Detalles de que “No vayas a decir mi nombre, sin querer, a la persona errada”). No; fue un cambio de referente, de realidad, de historia, de ceremonia, de ritual.
Antes de especular (de latín speculum, espejo) sobre el lapsus de la secretaria ad hoc, veamos qué dice Wikipedia sobre el lapsus linguae: “Según el Diccionario de la lengua española (de la Real Academia Española) un lapsus es una falta o equivocación cometida por descuido. El término lapsus o parapraxis a partir de Sigmund Freud es muy usado en psicología y –especialmente– en psicoanálisis, definiendo a una manifestación del inconsciente en forma de un equívoco que aparece en la expresión consciente […] La explicación dada por Freud (y por el psicoanálisis en general) radica en el afloramiento de lo reprimido (generalmente producido en momentos de estrés, ansiedad, angustia o déficits de atención) cuando se relajan las represiones conscientes”.
En Psicopatología de la vida cotidiana Freud hace un esfuerzo por diferenciar la mirada filológica de la sicoanalítica, en tanto la primera descarga la causa del lapsus en la naturaleza del idioma y la segunda en motivaciones contextuales, es decir, en la psique del hablante. En esta diferenciación Freud tenía razón: de un lado, un idioma autoriza sustituciones o permutaciones que en otro idioma serían imposibles; pongamos por caso ‘tengo un hombre atrás’ por ‘tengo un hambre atroz’ o ‘se me lengua la traba’ por ‘se me traba la lengua’ no se pueden reproducir en inglés, por ejemplo; de otro lado, dichas sustituciones no son inconscientes sino que hacen parte de la creatividad –consciente– del hablante: muchas figuras o juegos de lenguaje lo hacen, como el calambur y la retahíla, con fines humorísticos. 
Freud trae numerosos ejemplos de lapsus linguae. Dados el momento y el lugar de la ocurrencia del lapsus de la secretaria ad hoc, transcribamos dos de los citados en Psicopatología de la vida cotidiana referidos a eventos colectivos, justo los que más propician su aparición. Primer ejemplo: “Al mismo Stekel le ocurrió en el curso de una acalorada asamblea el decir ‘Combatamos [streiten] ahora el cuarto punto del orden del día’, cuando lo que intentó decir fue ‘Abordemos [schreiten] ahora el cuarto punto del orden del día’”. Segundo ejemplo: “Recordamos aún cómo declaró abierta una sesión el presidente de la Cámara de Diputados austríaca: ‘Señores diputados –dijo– habiéndose verificado el recuento de los diputados presentes, se levanta la sesión’. La general hilaridad le hizo darse cuenta de su error y enmendarlo en el acto. La explicación de este caso es que el presidente deseaba ver llegado el momento de levantar la sesión, de la que esperaba poco bueno, y –cosa que sucede con frecuencia– la idea accesoria se abrió camino, por lo menos parcialmente, y el resultado fue la sustitución de ‘se abre’ por ‘se levanta’; esto es, lo contrario de lo que tenía la intención de decir” (p. 791, Obras completas de Sigmund Freud, tomo I). 
Queda claro que, desde el punto de vista de Freud, la aparición del lapsus se explica por la existencia de un deseo reprimido. ¿Cuál era el deseo de la secretaria ad hoc? ¿Sí será cierto que ese lapsus de la secretaria ad hoc es una especie de muerte simbólica durante cuatro años? ¿Fue esa la sesión más larga en la vida de una secretaria ad hoc? ¿Tendrá razón Luis Alberto Posada cuando en Mi pasión recordarás sentencia que “Me confundirás con otro / por doquiera me verás”? 
Muy interesantes los discursos del Alcalde en la posesión y del Presidente del Concejo en la instalación. En relación con lo otro, diría el finado José ‘Nicos’ Vallejo, el de la Voz de las Américas: los lapsus aparecen y el tiempo sigue su marcha.


6 comments:

Anónimo dijo...

buen artículo,interesante.

Anónimo dijo...

esperamos que esos discursos del alcalde y del presidente del concejo en sus respectivas poseciones sea reales y honestas, para el bien de esta comunidad tsan sufrida por el mal manejo de las administraciones, es hora de correjir los errores cometidos anteriormente por ustedes, demuestreno que verdaderamente son honestos?

Olivia Lengüilarga dijo...

Con respecto al comentario del último anónimo, hay que tener en cuenta que son los ciudadanos los que eligen a las malas administraciones. Mientras no se fomente una cultura del voto a conciencia, mientras el pueblo no se de cuenta de que el verdadero poder de la democracia recae en él (y no sólo a través del escrutinio electoral), mientras todos nos dedicamos a criticar y a ver cómo se roban la plata y cómo destruyen los recursos naturales, pero no hacemos nada para cambiar las cosas, difícilmente mejorará la situación. Esperar que un gobernante solucione los problemas del pueblo cuando el pueblo está acostado viendo televisión esperando a que todo se solucione por arte de magia, es esperar que se realice una utopía.

Anónimo dijo...

un error lo tiene cualquiera. yo como simple lector encuentro varios errores en la redacción de este articulo, y eso que soy un simple lector, hay que mirar si revisándolo algún periodista nos da el verdadero valor en cuanto a la escritura y forma de texto. yo pienso que las letras son para expresar buenas ideas, buenos pensamientos, temas que valga la pena leer. Pero dedicarle mas de dos paginas a un error de una secretaria hablando mierda ya es una exageración. abra los ojos señor "periodista" y mire a su alrededor temas de los cuales vale la pena escribir. los ignorantes esperan el error de los demás para hablar de él.

Anónimo dijo...

se perdió la finalidad del articulo periodístico con la intención de demostración de conocimiento lingüístico y psicoanalítico que no interesa en el contexto del articulo.

unojo dijo...

El señor Victor Villa no es periodista, sino linguista, como se puede constatar leyendo sus anteriores artículos. Por tanto, su énfasis está en las palabras, que interesan sobre todo a la gente civilizada. A quienes son capaces de entender las sutilezas del lenguaje. Y además tiene muy buen sentido del humor (cosa que les falta a los periodistas, inclusive los de chimenea). Agradezco sus artículos, muy coquetos.